Los datos históricos del municipio de
Abrucena se remontan al Neolítico (del que hay restos de
cerámica) y a la ocupación
romana (fortificación en la
roca y del que queda perfectamente visible un aljibe), Abrucena vivió con especial intensidad los enfrentamientos y luchas entre musulmanes y cristianos a principio de
la era árabe (siglo X). Tras la Reconquista aparecen los nuevos pobladores, a partir de 1570, que se sitúan en el nuevo término de Abrucena, ubicado entre los de
Abla y
Fiñana. El 70 por 100 de los pobladores procedía de
Andalucía, seguida de un 23 por 100 de La Mancha y el resto de
Extremadura y
Castilla y León. Durante el siglo XVIII Abrucena vive un proceso de expansión auspiciado por el
comercio de las zonas forestales, que llegan a conducir hasta una sobreexplotación de los bosques para destinar madera a las atarazanas de
Sevilla y
Almería. La riqueza de la localidad permite efectuar el deslinde del municipio. Durante el siglo XIX la población continúa con su evolución económica, sustentada sobre todo en la
agricultura. Situación que se mantiene este siglo, lo que propiciará un importante movimiento de emigración, al igual que ocurre en otros puntos de la provincia. En la actualidad la localidad ha sufrido un proceso de asentamiento e incremento de habitantes, que le lleva a tener cerca de 1.500, según el último censo de la Junta de Andalucía.