Bacares está entre los pinos,
a la falda de la imponente Sierra de los Filabres,
donde se elevan sus casas
como las flores.
La naturaleza exuberante crece
en la ladera con una fuerza increible,
donde hay unos bancalillos ilustres
que los coronan el sol y las nubes.
Los riachuelos, unidos en la armonia
que la sierra dibuja,
descienden uniformes
desde los altos páramos.
La fuente del barrio de San Juan,
crece su corriente fresca
por el caño de plata,
hasta la alberca de oro.
Un caminito adornado de árboles
sube al barrio alto,
entre los ribazos,
y el cielo azul.
La luna sonrie con su sombra
en las paredes ocres del castillo,
hacia donde sube la fantasía
por su escalera de piedra.
Toda la belleza de la sierra
resplandece en Bacares,
por sus calles, jardines y fuentes,
que la noche acurruca con sus estrellas.
Escrito por José Francisco
a la falda de la imponente Sierra de los Filabres,
donde se elevan sus casas
como las flores.
La naturaleza exuberante crece
en la ladera con una fuerza increible,
donde hay unos bancalillos ilustres
que los coronan el sol y las nubes.
Los riachuelos, unidos en la armonia
que la sierra dibuja,
descienden uniformes
desde los altos páramos.
La fuente del barrio de San Juan,
crece su corriente fresca
por el caño de plata,
hasta la alberca de oro.
Un caminito adornado de árboles
sube al barrio alto,
entre los ribazos,
y el cielo azul.
La luna sonrie con su sombra
en las paredes ocres del castillo,
hacia donde sube la fantasía
por su escalera de piedra.
Toda la belleza de la sierra
resplandece en Bacares,
por sus calles, jardines y fuentes,
que la noche acurruca con sus estrellas.
Escrito por José Francisco