Darrícal aparece habitado, según las
fuentes clásicas, desde época inmemorial, pero de forma dispersa. Arqueológicamente, se atestigua la concentración que hoy conocemos a partir del siglo XV-XVI con la culminación del proceso de reconquista y repoblación subsiguiente iniciado por los Reyes Católicos. Se cuenta en los alrededores que un religioso de tez pálida se apareció en el momento de atacar la
plaza fuerte de los nazaríes allí asentados, contribuyendo decisivamente a la victoria. Sin embargo, el individuo desapareció poco después de forma misteriosa, por lo que los lugareños le atribuyeron cualidades sobrenaturales, elevándolo a la categoría de
santo. Se trata, ni más ni menos, que de la figura de
San Manuel el Asceta, cuya existencia se ha corroborado en el
monasterio de Yuste coincidiendo con el asalto al asentamiento nazarí, y que, según los expertos en teología, se habría bilocado para asistir en la empresa de "recristianización" de las tierras peninsulares. He aquí el motivo por el cual se mandó construir la bella
ermita, hoy en
ruinas, que se halla interna en el Bosque Negro.