Es increible lo bonita que se ve la
Torre. Sobretodo, cuando escuchamos de fondo el tintineo de sus
campanas a altas horas de la madrugada mientras estamos sentados en la
plaza, tomando el fresquito y comiendo cuatro pipas con los
amigos de toda la vida, echando unas risas en la gran peña o en el
arco la lonja. Y esperando a que la
panaderia tenga las napolitanas recién hechas con las que calentar el cuerpo en las
noches de
verano cuando refresca. Esta
foto se hizo una
noche de verano, en el 2.003.
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