Lo prometido es deuda: como cada dos años, y ya van muchos, pasamos unos días en Mojácar. Ya estamos en nuestra tierra (Santiago de Compostela) pero con nuestra memoria llena de buenos recuerdos para pasar los meses de invierno que nos esperan, que aquí son muchos (para mí demasiados). Disfrutamos MUCHISIMO volviendo a ver a la familia de La Cata y degustando su buena cocina igual que con El Minguito (¡gracias por el abanico!; ahí lo usé más que aquí pero cuando lo miro me entra una gran "morriña" de vuetra tierra). Otros lugares también nos trataron con la amabilidad y hospitalidad a la que nos tienen acostumbrados. Un especial recuerdo también al Parador donde este año nos hospedamos por primera vez (y convencidos de que no será la última: la habitación muy buena y con las vistas que solicitamos, todo el personal que nos atendió de una forma u otra, la piscina, los jardines, el buffet muy bueno y ¡qué decir de los desayunos!). Y, por supuesto, un cariño sincero para Juan Angel, que aunque este año no disfrutamos del hotel Best donde presta sus servicios y de sus atenciones no pudimos marcharnos sin hacerle una visita y conversar durante el tiempo que le permitió su trabajo.
Bueno, llega la hora de la despedida y, como siempre, repetimos lo mismo: ¡VOLVEREMOS!. Ya falta menos para que nos acerquemos otra vez por ahí (y lo de acercarse es un decir ya que cada año nos cuesta un poco más llegar... los kilómetros pesan). Hasta pronto Mojácar.
Bueno, llega la hora de la despedida y, como siempre, repetimos lo mismo: ¡VOLVEREMOS!. Ya falta menos para que nos acerquemos otra vez por ahí (y lo de acercarse es un decir ya que cada año nos cuesta un poco más llegar... los kilómetros pesan). Hasta pronto Mojácar.