Purchena estuvo poblada desde la Edad de Bronce, tal y como atestiguan los restos arqueológicos encontrados en el municipio y pertenecientes a esa etapa. Estuvo además poblada durante la época
romana pero fue con los árabes cuando alcanzó su mayor esplendor. La ciudad se fundó en el siglo X con el nombre de Hisn Burxana; durante el reinado de Al-Ahmar I en el siglo XIII, ya se la conocía como Val de Porchena y se había convertido en cabecera del Almanzora, que formaba parte del reino nazarí de
Granada.
En el año 1489 la ciudad se entregó a los Reyes Católicos junto con Baza, Guadix y
Almería, por unas capitulaciones conocidas como las capitulaciones de Purchena. Tras pasar a manos cristianas fue sometida al señorío del duque de Medinaceli, hasta su muerte en 1501, en que se convirtió en realenga. El cultivo de la morera y la producción de la seda le ganó un merecido prestigio durante la época morisca. En el levantamiento de los moriscos, su
castillo fue ocupado y en 1570 don Juan de
Austria tomó definitivamente la ciudad.
Con la edificación de la
Iglesia a mediados del siglo XVI, fueron construyéndose en su entorno infinidad de
casas, que hoy forman la parte vieja, caracterizada por sus
calles empinadas, estrechas y tortuosas de claro origen morisco. Ahora bien, el
pueblo actual se conformó durante los siglos XVIII y XIX en torno a las
plazas de la Constitución, Larga y
calle Carrera, donde terratenientes agrícolas se construyeron hermosas casas solariegas, de bellos enrejados, amplios
balcones y blancas
fachadas.
Durante la década de 1990, Purchena recupera su antiguo papel de centro administrativo del Alto Almanzora. Es cabeza de Partido Judicial con
Juzgado de 1ª Instancia e Instrucción.
En 2013 se ha realizado un descubrimiento musical de gran valor para estos
Juegos Moriscos. Se trata del hallazgo de una partitura denominada
Fiesta en Purchena compuesta por el gran compositor americano Albert Hay Malotte (Filadelfia 1885 - Los Ángeles 1964), autor de, entre otras, The Lord’s Prayer, composición que aún hoy sigue sonando en todo el mundo, o de varias bandas sonoras para películas Disney, llegando incluso a componer para la película Lo que el viento se llevó.
Con tal motivo el
Ayuntamiento de Purchena ha editado el libro Fiesta en Purchena: los Juegos Moriscos de Aben Humeya en la obra del compositor estadounidense Albert Hay Malotte, un breve estudio sobre este autor y la obra que compuso para los Juegos Moriscos de Purchena a cargo del músico Bertomeu Llorens Peset.
El libro contiene también una grabación de Fiesta en Purchena a cargo del pianista valenciano Tomeu Moll.
Desde hace unos años, con creciente esplendor y Declarados de Interés Turístico de
Andalucía se han recuperado estos Juegos Moriscos de Aben Humeya como el eslabón perdido entre la
antigüedad y el mundo moderno.
Acabada la rebelión de los moriscos, debido a la importante participación de Purchena en la citada rebelíon, conocida también como Guerra de las Alpujarras, cuando llegó a convertirse en capital de las tropas moriscas de Aben Humeya, Felipe II cortó, como castigo a esta ciudad, las alas del águila bicéfala del
Escudo. Caso curioso que lo ha convertido en el único en el mundo, que sepamos, con un ave sin alas.
Fernando e Isabel recibieron las llaves de la fortaleza de Purchena hacia mediados de diciembre, cuando pasaron por ella
camino de Almería. La guerra de las Alpujarras, que se inicia en la
Navidad de 1568, sitúa a Purchena en el centro del levantamiento. Un contingente morisco bajo el mando de El Maleh descendió en junio de 1569 de las Alpujarras y levantó en armas a los moriscos de la comarca.
Los cristianos de Purchena no se resistieron y huyeron. Los rebeldes ocuparon la fortaleza desierta y convirtieron Purchena en centro de diversas actividades. En 1569, tras el cerco de Vera, Abén Humeya, rey de los moriscos, organiza en Purchena unos juegos y
fiestas denominados Juegos Moriscos de Aben Humeya que recuerdan a los Juegos Olímpicos y que fueron descritos por el cronista Ginés Pérez de Hita, evocando aquel mundo arábigo-musulmán que estaba a punto de sucumbir.