La
Torre del
Reloj de
Rágol, construida en el siglo XX, desafía la
tradición al colocar el reloj a 50 metros sobre el
pueblo, en una caseta singular erigida en 1928.
En contraste con la práctica común de instalar
relojes en
campanarios de
iglesias, esta torre única se alza sobre la trama urbana, sirviendo como reloj para los residentes. Su diseño innovador democratizó el acceso al tiempo, ofreciendo esta funcionalidad a la comunidad en una época en la que solo los burgueses podían permitirse ese lujo.