Buenas tardes, tengan Vds.
Se lo había sentido contar a mis padres siendo niño, pero en una de mis últimas vacaciones a nuestro Paraíso, me lo volvió a contar mi amigo y recordado José Gil. José nació, según me dijo, en El Cuervo donde ocurrieron los hechos y me contó que siendo muy pequeño, una tarde se lió un temporal de mar que daba miedo; la mala suerte quiso que un muchacho de la aldea le pillase el temporal mar adentro pescando, por mucho que el muchacho intentaba salir, cuando estaba cerca de la playa, el mar lo volvía a meter hacia adentro; la playa estaba llena de vecinos y entre ellos la madre de aquel joven, viendo con impotencia como luchaba por su vida. La madre se dirigió a su casa para avisar a otro hijo mayor que estaba acostado y le puso al corriente del echo, pidiéndole que subiera en la otra barca y fuese a ayudar a su hermano; viendo este como estaba el mar, dijo a su madre que no podría hacer nada, y ante la insistencia de la madre, el muchacho muy tranquilamente, se vistió, afeitó, lavó y se peinó, se despidió de la madre, se subió en la barca y enseguida estuvo al lado de la de su hermano; toda la tarde intentando salir, y llegada la noche desde la playa veían de vez en cuando sobre las olas, el farolillo de las barcas, mas tarde solo se dejaba ver uno, después nada. Me contaba mi amigo José Gil, con todo el respeto del mundo, que aquella madre acabó loca, en el sentido literal de la palabra, por la pérdida de sus dos hijos, pero sobre todo por haber forzado al mayor a una muerte segura, mandándolo a salvar al pequeño.
Historia real, contada por mis mayores.
Queden Vds. con Dios.
Se lo había sentido contar a mis padres siendo niño, pero en una de mis últimas vacaciones a nuestro Paraíso, me lo volvió a contar mi amigo y recordado José Gil. José nació, según me dijo, en El Cuervo donde ocurrieron los hechos y me contó que siendo muy pequeño, una tarde se lió un temporal de mar que daba miedo; la mala suerte quiso que un muchacho de la aldea le pillase el temporal mar adentro pescando, por mucho que el muchacho intentaba salir, cuando estaba cerca de la playa, el mar lo volvía a meter hacia adentro; la playa estaba llena de vecinos y entre ellos la madre de aquel joven, viendo con impotencia como luchaba por su vida. La madre se dirigió a su casa para avisar a otro hijo mayor que estaba acostado y le puso al corriente del echo, pidiéndole que subiera en la otra barca y fuese a ayudar a su hermano; viendo este como estaba el mar, dijo a su madre que no podría hacer nada, y ante la insistencia de la madre, el muchacho muy tranquilamente, se vistió, afeitó, lavó y se peinó, se despidió de la madre, se subió en la barca y enseguida estuvo al lado de la de su hermano; toda la tarde intentando salir, y llegada la noche desde la playa veían de vez en cuando sobre las olas, el farolillo de las barcas, mas tarde solo se dejaba ver uno, después nada. Me contaba mi amigo José Gil, con todo el respeto del mundo, que aquella madre acabó loca, en el sentido literal de la palabra, por la pérdida de sus dos hijos, pero sobre todo por haber forzado al mayor a una muerte segura, mandándolo a salvar al pequeño.
Historia real, contada por mis mayores.
Queden Vds. con Dios.