Buenas noches:
Sería por el año sesenta, una tarde de verano los muchachos ya con dieciséis años mas o menos, habían encontrado un aparato un tanto raro, en no se que playa; lo pusieron en el suelo y todo el mundo mirábamos aquella especie de proyectil, con miedo, pues los mayores decían que podía ser eso, un proyectil o algo parecido y que podía explotar, y aconsejaban a los muchachos que no lo tocaran mas y que avisaran a la guardia civil; ellos, ni caso, seguían toqueteando el dichoso aparato, hasta que alguien tocó donde no debía y el artefacto empezó a soltar un humo color rojo que quedó toda la calle de aquel color y aquello causó la desbandada de todos los allí presentes, creyendo que aquello sería venenoso; cuando el aparato dejó de echar humo y viendo que no había habido ninguna baja en el gallinero, todas las “gallinas” volvimos a rodear al artefacto.
Ahora me río, al saber que era una bengala inofensiva perdida por algún barco, pero que de haber sido algo peligroso, sabe Dios que hubiese ocurrido.
Aquellos buenos muchachos siempre haciendo alguna trastada; ahora en estos días ya se reunían para acordar, en que gallineros se meterían para “robar” los gallos que durante un año habían cuidado sus dueños para comérselo el día de Navidad, se los llevaban a casa de uno y se los comían ellos; al día siguiente algunas vecinas se quejaban del “robo” y los demás se reían, pues el año anterior les había tocado a ellos, y la historia se repetía cada año.
¡Cuanto daría, por volver a vivir una Navidad de aquella época!
A tod@s, un fuerte abrazo.
Sería por el año sesenta, una tarde de verano los muchachos ya con dieciséis años mas o menos, habían encontrado un aparato un tanto raro, en no se que playa; lo pusieron en el suelo y todo el mundo mirábamos aquella especie de proyectil, con miedo, pues los mayores decían que podía ser eso, un proyectil o algo parecido y que podía explotar, y aconsejaban a los muchachos que no lo tocaran mas y que avisaran a la guardia civil; ellos, ni caso, seguían toqueteando el dichoso aparato, hasta que alguien tocó donde no debía y el artefacto empezó a soltar un humo color rojo que quedó toda la calle de aquel color y aquello causó la desbandada de todos los allí presentes, creyendo que aquello sería venenoso; cuando el aparato dejó de echar humo y viendo que no había habido ninguna baja en el gallinero, todas las “gallinas” volvimos a rodear al artefacto.
Ahora me río, al saber que era una bengala inofensiva perdida por algún barco, pero que de haber sido algo peligroso, sabe Dios que hubiese ocurrido.
Aquellos buenos muchachos siempre haciendo alguna trastada; ahora en estos días ya se reunían para acordar, en que gallineros se meterían para “robar” los gallos que durante un año habían cuidado sus dueños para comérselo el día de Navidad, se los llevaban a casa de uno y se los comían ellos; al día siguiente algunas vecinas se quejaban del “robo” y los demás se reían, pues el año anterior les había tocado a ellos, y la historia se repetía cada año.
¡Cuanto daría, por volver a vivir una Navidad de aquella época!
A tod@s, un fuerte abrazo.
