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RODALQUILAR: Amigo Ramón, otra historia real en el Cuervo no la...

Buenas tardes, tengan Vds.
Se lo había sentido contar a mis padres siendo niño, pero en una de mis últimas vacaciones a nuestro Paraíso, me lo volvió a contar mi amigo y recordado José Gil. José nació, según me dijo, en El Cuervo donde ocurrieron los hechos y me contó que siendo muy pequeño, una tarde se lió un temporal de mar que daba miedo; la mala suerte quiso que un muchacho de la aldea le pillase el temporal mar adentro pescando, por mucho que el muchacho intentaba salir, cuando estaba cerca de la playa, el mar lo volvía a meter hacia adentro; la playa estaba llena de vecinos y entre ellos la madre de aquel joven, viendo con impotencia como luchaba por su vida. La madre se dirigió a su casa para avisar a otro hijo mayor que estaba acostado y le puso al corriente del echo, pidiéndole que subiera en la otra barca y fuese a ayudar a su hermano; viendo este como estaba el mar, dijo a su madre que no podría hacer nada, y ante la insistencia de la madre, el muchacho muy tranquilamente, se vistió, afeitó, lavó y se peinó, se despidió de la madre, se subió en la barca y enseguida estuvo al lado de la de su hermano; toda la tarde intentando salir, y llegada la noche desde la playa veían de vez en cuando sobre las olas, el farolillo de las barcas, mas tarde solo se dejaba ver uno, después nada. Me contaba mi amigo José Gil, con todo el respeto del mundo, que aquella madre acabó loca, en el sentido literal de la palabra, por la pérdida de sus dos hijos, pero sobre todo por haber forzado al mayor a una muerte segura, mandándolo a salvar al pequeño.
Historia real, contada por mis mayores.
Queden Vds. con Dios.

Amigo Ramón, otra historia real en el Cuervo no la viví porque no estaba presente pero me la contaron entonces mis queridas tías Adriana y Rafaela, "Las titas". Debió ocurrir a comienzos de los setenta al poco tiempo de celebrarse en las Negras unos Campeonatos de pesca submarina. Una mujer alemana de grandes dotes de deportista gustaba de hacer travesías nadando por las calas de nuestro PARAÍSO. En un inicio de temporal de Levante la pobre mujer cometió la imprudencia de lanzarse a la mar nadando como hacía siempre, pero esta vez tuvo la desgracia de que las olas literalmente la estamparon contra las piedras del "Puntón" junto a la Cala de "El Cuervo", y lo complicado fue entonces recuperar el cuerpo. Parece ser que el cadáver estuvo toda una noche hasta que se personó la autoridad judicial junto al Cartel de las clasificaciones del Campeonato de pesca submarina que había entonces al final del primitivo Paseo marítimo de Las Negras junto a lo que después sería el Bar de " El Manteca". Desgracias que no gusta a nadie contar en voz alta pero que quizás conviene recordar a quienes con su juventud y su forma física se atreven a desafiar al mar.
Un abrazo.
Ginés Torres.