Amigo Leocadio: me complace saber de que le hiciera gracia lo del gitano en la barbería. Soy de la opinión, que en esta vida tenemos que tener sentido del humor pues así, nos ayudamos los unos a los otros, a llevar la vida un poquito mejor.
A su corta historia de "adios mariquita,"yo le doy de nota un diez; ya que para mi, ha sido graciosísima. Me hizo mucha gracia.
Seguidamente y con el mayor respeto a todo el mundo, voy a contar un caso que ocurrió cerca del cementerio de Fernán Pérez:
Resulta que en los tiempos aquellos de la postguerra, caminaban dos gitanos por el camino que pasaba al pie del cementerio de la población ya mencionada. Cada uno de estos dos gitanos, llevaba al hombro un saco lleno de higos que los habían cogido de alguna higuera. Conforme iban charlando de sus cosas, se dieron cuenta que a unos cuatrocientos metros, estaba la pareja de guardia civiles e iban andando hacia ellos. Los dos gitanos no sabían donde meterse y sin pensarlo mas, saltaron la tapia del cementerio y entraron con los dos sacos llenos de higos y se metieron en un panteón desocupado; pero al saltar la tapia, vieron que se les calleron dos higos y no se en tretubieron en recogerlos ya que lo que interesaba era escapar. La pareja de la benemérita que no estaba ciega, vió como saltaban la tapia aquellos dos gitanos y aproximándose a la tapia por donde saltaron los gitanos, pusieron las orejas sobre estas porque escucharon un murmullo y querían saber de que se trataba. El murmullo que oían los guardias, era que los gitanos se estaban repartiendo los higos muy tranquilamente y uno de ellos iba diciendo: uno pa ti y otro pa mi, uno pa ti y otro pa mi. Cuando ya lle garon a los dos últimos higos, dice el gitano que los repartía: y de los dos que hay ahí fuera, uno pa mí y otro pa tí. Los guardias civiles al escuchar esto, emprendieron una carrera, que aún están corriendo. ES UN CHISTE SIN ÁNIMO DE OFENDER A NADIE. Manuel Méndez.
A su corta historia de "adios mariquita,"yo le doy de nota un diez; ya que para mi, ha sido graciosísima. Me hizo mucha gracia.
Seguidamente y con el mayor respeto a todo el mundo, voy a contar un caso que ocurrió cerca del cementerio de Fernán Pérez:
Resulta que en los tiempos aquellos de la postguerra, caminaban dos gitanos por el camino que pasaba al pie del cementerio de la población ya mencionada. Cada uno de estos dos gitanos, llevaba al hombro un saco lleno de higos que los habían cogido de alguna higuera. Conforme iban charlando de sus cosas, se dieron cuenta que a unos cuatrocientos metros, estaba la pareja de guardia civiles e iban andando hacia ellos. Los dos gitanos no sabían donde meterse y sin pensarlo mas, saltaron la tapia del cementerio y entraron con los dos sacos llenos de higos y se metieron en un panteón desocupado; pero al saltar la tapia, vieron que se les calleron dos higos y no se en tretubieron en recogerlos ya que lo que interesaba era escapar. La pareja de la benemérita que no estaba ciega, vió como saltaban la tapia aquellos dos gitanos y aproximándose a la tapia por donde saltaron los gitanos, pusieron las orejas sobre estas porque escucharon un murmullo y querían saber de que se trataba. El murmullo que oían los guardias, era que los gitanos se estaban repartiendo los higos muy tranquilamente y uno de ellos iba diciendo: uno pa ti y otro pa mi, uno pa ti y otro pa mi. Cuando ya lle garon a los dos últimos higos, dice el gitano que los repartía: y de los dos que hay ahí fuera, uno pa mí y otro pa tí. Los guardias civiles al escuchar esto, emprendieron una carrera, que aún están corriendo. ES UN CHISTE SIN ÁNIMO DE OFENDER A NADIE. Manuel Méndez.