Sueño de Navidad Rodalquileña
Anoche tuve un sueño maravilloso: soñé que caminábamos una gran pandilla maravillosa de este foro por todos los lugares y calles de nuestro querido Rodalquilar. Cada uno de los que íbamos en este grupo, tocaba un instrumento navideño; uno tocaba la zambomba; otro, la pandereta; otro, el triángulo; otro, la guitarra; otro, la caña rajada; otro, la botella del anís del mono y los que no, tocábamos palmas. Todos además, cantábamos villancicos. Empezamos a recorrer desde El Playazo, los cortijos que nos encotrábamos.
Íbamos recorriendo de izquierda a derecha, todos los cortijos pasando por La Ermita. Una vez visitamos este paraje, nos encaminamos dirección Los Cruces. Desde allí a Los Albacetes para ver como pasaba por Los Toyos, el correo de Sandalio. Aquí en Los Albacetes, cantábamos los niños esto: el correo el correo, por Los Toyos ya viene.
Dejamos atrás Los Albacetes y llegamos a Los Méndez. Aquí paramos también porque los vecinos oyeron nuestros cánticos y nuestra música y nos invitaron una copa. Con ellos brindamos por la salud de todos. Después de dar las gracias y despedirnos de todos ellos,
Nos dirigimos hacia Los Gorriones atravesando los campos de chumberas y la rambla. También fue parada forzosa ya que Pepe y Antonio, nos ofrecieron otra copa. No la despreciamos ya que hacía fresquito y apetecía para entrar en calor. Brindamos por la salud de todos los buenos Rodalquileños. Por los que nacieron y los que vivieron en Rodalquilar.
Después de hacer nuestro saludo de despedida, cruzamos de nuevo la rambla para meternos en el camino que nos llevaría a la zona donde vivía D. Jesús el maestro. Llegamos a El Tenis y nos encaminamos toda la calle arriba dejando a la izquierda, la tienda de José Pérez; un poco mas arriba y a derecha, la barbería de Juan Antonio. En el mismo lugar pero a la izquierda, donde recogíamos el correo que nos entregaba M. Redondo. A todo esto, cantábamos y tocábamos sin cesar pasando por donde vivía Carmela y sus padres; mas arriba, A. Casas, A. Salinas, Robles, J. Piedra, la tía Concha (la de los garbanzos), Tristán, ¿Vives? ¿Menbribes? Pepe El Pintao. Cruzamos la rambla y nos vamos derechos hacia La
Chofecilla para ver si tiene alguna golosina y sí, nos regaló a cada uno y a cada una, un puñado de caramelos que traían cromos de futbolistas. En unos del R. Madrid en otros del Barcelona; bueno, de todos los de primera. Continuamos nuestra marcha sin parar de cantar villancicos y llegamos a Las Casas Nuevas. Empezamos por la casa n. 1 donde vivía María Sánchez Alonso. Ella no nos abrió la puerta porque María estaba con nosotros cantando villancicos. Abrió uno de sus hermanos. Aquí en casa de esta buena familia, tomamos otra
copa. Brindamos también por todos y nos fuimos hacia las casas de enfrente del colegio de D. José. Nos vio el maestro y nos echó un puñado de caramelos por la ventana de su vivienda. Los vecinos de las viviendas de enfrente, como los Lozano y los Méndez, también nos invitaron a una copa. Continuamos la ruta y como ya íbamos bien calentitos y se nos hacía tarde para cumplir con la misión que nos habíamos propuesto, decidimos dar un rodeo para evitar pasar por las cincuenta Casas Nuevas. Así que sintiéndolo muchísimo,
tomamos la calle que hay entre la rambla y Las Casas Nuevas y enfilando toda la calle arriba, nos dirigimos hacia Maturana y a la casa de nuestro gran amigo Leocadio. La alegría que le dimos a nuestro buen amigo fue monumental. Al hombre le faltaba tiempo para poner bebidas, tortas de chicharrones, roscas con sabor a matalauva y lo que no podía faltar: los garbanzos tostados de la tía Concha. En casa de Leocadio, estuvimos hasta muy tarde brindando por la salud de todos y deseando que el próximo año, nos traiga todos los días, muchísima salud. A Leocadio le cantamos aquel que dice: Esta noche es Noche Buena y mañana es Navidad, saca Leocadio la bota que me voy a emborrachar…
Lo triste de todo esto, es que solo fue un sueño. ¡Cuánto hubiera deseado haber vivido este sueño en la vida real!
Este fue el sueño de Navidad de Manuel Méndez.
Anoche tuve un sueño maravilloso: soñé que caminábamos una gran pandilla maravillosa de este foro por todos los lugares y calles de nuestro querido Rodalquilar. Cada uno de los que íbamos en este grupo, tocaba un instrumento navideño; uno tocaba la zambomba; otro, la pandereta; otro, el triángulo; otro, la guitarra; otro, la caña rajada; otro, la botella del anís del mono y los que no, tocábamos palmas. Todos además, cantábamos villancicos. Empezamos a recorrer desde El Playazo, los cortijos que nos encotrábamos.
Íbamos recorriendo de izquierda a derecha, todos los cortijos pasando por La Ermita. Una vez visitamos este paraje, nos encaminamos dirección Los Cruces. Desde allí a Los Albacetes para ver como pasaba por Los Toyos, el correo de Sandalio. Aquí en Los Albacetes, cantábamos los niños esto: el correo el correo, por Los Toyos ya viene.
Dejamos atrás Los Albacetes y llegamos a Los Méndez. Aquí paramos también porque los vecinos oyeron nuestros cánticos y nuestra música y nos invitaron una copa. Con ellos brindamos por la salud de todos. Después de dar las gracias y despedirnos de todos ellos,
Nos dirigimos hacia Los Gorriones atravesando los campos de chumberas y la rambla. También fue parada forzosa ya que Pepe y Antonio, nos ofrecieron otra copa. No la despreciamos ya que hacía fresquito y apetecía para entrar en calor. Brindamos por la salud de todos los buenos Rodalquileños. Por los que nacieron y los que vivieron en Rodalquilar.
Después de hacer nuestro saludo de despedida, cruzamos de nuevo la rambla para meternos en el camino que nos llevaría a la zona donde vivía D. Jesús el maestro. Llegamos a El Tenis y nos encaminamos toda la calle arriba dejando a la izquierda, la tienda de José Pérez; un poco mas arriba y a derecha, la barbería de Juan Antonio. En el mismo lugar pero a la izquierda, donde recogíamos el correo que nos entregaba M. Redondo. A todo esto, cantábamos y tocábamos sin cesar pasando por donde vivía Carmela y sus padres; mas arriba, A. Casas, A. Salinas, Robles, J. Piedra, la tía Concha (la de los garbanzos), Tristán, ¿Vives? ¿Menbribes? Pepe El Pintao. Cruzamos la rambla y nos vamos derechos hacia La
Chofecilla para ver si tiene alguna golosina y sí, nos regaló a cada uno y a cada una, un puñado de caramelos que traían cromos de futbolistas. En unos del R. Madrid en otros del Barcelona; bueno, de todos los de primera. Continuamos nuestra marcha sin parar de cantar villancicos y llegamos a Las Casas Nuevas. Empezamos por la casa n. 1 donde vivía María Sánchez Alonso. Ella no nos abrió la puerta porque María estaba con nosotros cantando villancicos. Abrió uno de sus hermanos. Aquí en casa de esta buena familia, tomamos otra
copa. Brindamos también por todos y nos fuimos hacia las casas de enfrente del colegio de D. José. Nos vio el maestro y nos echó un puñado de caramelos por la ventana de su vivienda. Los vecinos de las viviendas de enfrente, como los Lozano y los Méndez, también nos invitaron a una copa. Continuamos la ruta y como ya íbamos bien calentitos y se nos hacía tarde para cumplir con la misión que nos habíamos propuesto, decidimos dar un rodeo para evitar pasar por las cincuenta Casas Nuevas. Así que sintiéndolo muchísimo,
tomamos la calle que hay entre la rambla y Las Casas Nuevas y enfilando toda la calle arriba, nos dirigimos hacia Maturana y a la casa de nuestro gran amigo Leocadio. La alegría que le dimos a nuestro buen amigo fue monumental. Al hombre le faltaba tiempo para poner bebidas, tortas de chicharrones, roscas con sabor a matalauva y lo que no podía faltar: los garbanzos tostados de la tía Concha. En casa de Leocadio, estuvimos hasta muy tarde brindando por la salud de todos y deseando que el próximo año, nos traiga todos los días, muchísima salud. A Leocadio le cantamos aquel que dice: Esta noche es Noche Buena y mañana es Navidad, saca Leocadio la bota que me voy a emborrachar…
Lo triste de todo esto, es que solo fue un sueño. ¡Cuánto hubiera deseado haber vivido este sueño en la vida real!
Este fue el sueño de Navidad de Manuel Méndez.