Mi perrito Lucero fue mi alegría,
el mejor compañero que yo tenía;
a la escuela a mi niño acompañaba
y con cuánto cariño con él jugaba.
Pero una noche, él solito
en defensa de mi hogar,
en la mano de un maldito
ya no pudo más ladrar.
No siento los dineros que me robaron,
sino al pobre Lucero que me mataron;
a pesar del tormento de su agonía
su rabito, contento, aún se movía.
Alma de tirano, corazón de hierro,
maldita sea la mano que mata a un perro,
maldita sea la mano que mata a un perro.
En penar y contento, siempre testigo,
gozó en todo momento, sintió conmigo,
fue tan grande y tan sano, tanto adoraba
que lamía la mano que le pegaba.
Pero una noche, él solito
en defensa de mi hogar,
en la mano de un maldito
ya no pudo más ladrar.
No siento los dineros que me robaron,
sino al pobre Lucero, que me mataron;
a pesar del tormento de su agonía
su rabito, contento, aún se movía.
Alma de tirano, corazón de hierro,
maldita sea la mano que mata a un perro,
maldita sea la mano que mata a un perro.
(Aquí va la letra completa para Hermenegildo, agradecíendole sus crónicas, de parte de alguien que no escribe nunca, pero que siempre os lee)
el mejor compañero que yo tenía;
a la escuela a mi niño acompañaba
y con cuánto cariño con él jugaba.
Pero una noche, él solito
en defensa de mi hogar,
en la mano de un maldito
ya no pudo más ladrar.
No siento los dineros que me robaron,
sino al pobre Lucero que me mataron;
a pesar del tormento de su agonía
su rabito, contento, aún se movía.
Alma de tirano, corazón de hierro,
maldita sea la mano que mata a un perro,
maldita sea la mano que mata a un perro.
En penar y contento, siempre testigo,
gozó en todo momento, sintió conmigo,
fue tan grande y tan sano, tanto adoraba
que lamía la mano que le pegaba.
Pero una noche, él solito
en defensa de mi hogar,
en la mano de un maldito
ya no pudo más ladrar.
No siento los dineros que me robaron,
sino al pobre Lucero, que me mataron;
a pesar del tormento de su agonía
su rabito, contento, aún se movía.
Alma de tirano, corazón de hierro,
maldita sea la mano que mata a un perro,
maldita sea la mano que mata a un perro.
(Aquí va la letra completa para Hermenegildo, agradecíendole sus crónicas, de parte de alguien que no escribe nunca, pero que siempre os lee)