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RODALQUILAR: -Una mañana de verano tras ir al economato a comprar...

-Una mañana de verano tras ir al economato a comprar el pan por encargo de mi madre, me dirigí a casa de mi amigo Pablo González que vivía cerca del Tenis y juntos subíamos hacia la puerta del "Pintao" cuando nos encontramos con Paco Simón que se encontraba en la puerta de la casa de su madre, la tía Concha las de los garbanzos como le llamaban, nos preguntó que a donde íbamos y le contestamos que a dar una vuelta para entretenernos, entonces nos propuso a que le ayudáramos ya que se disponía a hacer turrón, enseguida nosotros que no teníamos otra cosa mejor que hacer accedimos a ayudarle, pasamos a la casa y nos dirijimos a la cocina que estaba situada en la parte posterior y que daba a un pequeño patio junto a las pencas.
Recuerdo que en el rincón de la cocina, encima de unas estrébedes, había una caldera de cobre a la que echó un bote grande de miel, posteriormente en otra cazuela metálica que puso encima de la mesa de la cocina hechó azúcar que tenía en una talega y tras echarle agua con una jarra nos dijo que fueramos moviéndola con una cuchara grande de madera, aquí empezó nuestro trabajo ya que él encendió la lumbre del rincón y puso bastantre leña en el fuego, y cuando la miel empezó a calentarse echó en la caldera el azúcar disuelta en agua que nosotros habíamos preparado. A continuación sacó de la despensa una paleta grande de madera y empezó a remover toda esta mezcla diciéndonos como teníamos que hacerlo, ya que acto seguido nos adjudicó a nosostros esta labor en la que Pabo y yo nos íbamos turnando, pues la verdad que entre el espesor de aquella mezcla y el calor que hacía junto al fuego del rincón dicha labor no era muy agradable. Mientras nosotros hacíamos este trabajo él sacó de una fuente de barro un buen puñado de almendras ya partidas y las puso a tostar en una sartén en el fuego de una hornilla de butano que tenía en el otro extremos de la cocina.
Nosotros continúabamos con nuestro trabajo en la caldera y atizando el fuego según Paco nos decía, y sobre una hora aproximadamente hechó las almendras en la masa de la miel con el azúcar y cogiendo él la pala de madera empezó a mezclar todo aquello, y mientras nosotros le ayudábamos en esta última labor, él sacó un cajón de madera, poniéndole un lienzo en su interior, y tras retirar la caldera del fuego le ayudamos a bertir su contenido en aquel cajón. Después con la paleta de madera emparejó toda la mezcla por la superficie del cajón, y nos dijo que ya se había acabado el trabajo pues había que dejar que todo aquello se enfriara y se pusiera duro para poder partir el turrón que habíamos confeccionado.
También recuerdo que de una alacena sacó un buen trozo de turrón que ya tenía hecho y con una especie de hacha sin mango, lo partió por la mitad y tras liarlos en papel de estraza y darnos las gracias nos dió uno a cada uno de nosostros en premio a nuestra ayuda.
Mi amigo Pablo y yo marchamos para nuestras casas tan contentos con el regalo que nos había dado Paco Simón, habíamos aprvechado bien aquella mañana de verano y habíamos aprendido como se hacía el turrón que luego vendía la tía Concha.

Un abrazo para todos.- Antonio Felices.