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RODALQUILAR: Esta tarde poco antes del partido de fútbol que daban...

Esta tarde poco antes del partido de fútbol que daban en la cuatro, recordando los tiempos pasados de la niñez, me entraron unos enormes deseos de volver a probar sabores de aquellos tiempos. Empecé a pensar en qué comíamos para merendar en las tardes en Rodalquilar y de inmediato me vino a la mente una cosa que, en estos tiempos pudiera parecer algo de gente pobre o una nimiedad, pero que a mí me resulta un verdadero manjar, pues con una ligera variante es lo que desayuno casi a diario, porque debido al colesterol es de las pocas cosas que puedo desayunar.
Yo, por aquello del colesterol, casi a diario, desayuno pan tostado con aceite de oliva virgen extra y un café con leche; algunos días y porque mi esposa se empeña, antes, me tomo un zumo de naranja natural, pero sólo si ella me lo hace porque si no, soy muy vago; yo las naranjas me las como de postre sin problema, pero eso de prepararme un zumo con la que hay que liar y después con todo lo que hay que limpiar lo llevo mal, al comerlas de postre sólo uso un cuchillo, y no es vaguería, que vago no he sido nunca, se trata de comodidad y de ser práctico en la vida.
Pero bueno, a lo que iba, que me enredo y me voy por las ramas; esta tarde la diferencia era, que al recordar los tiempos de Rodalquilar, en los años cincuenta, para merendar, además del bocadillo de sobrasada o de otras cosa, como el trozo de pan y chocolate la mezquita, que llevaba en el envoltorio, un moro con un caballo volando sobre las cúpulas árabes, porque el chocolate de la marca Tárrega, aunque llevaba dentro un cuento, a mis hermanos y a mí, no nos gustaba, parecía terroso, a mí, muchas veces, me gustaba merendar, porque verdaderamente me encanta su sabor, un canto de aquel pan de pueblo redondo, al que sacándole la miga, se le echaba un buen chorreón de rico aceite y se le espolvoreaba una buena cantidad de azúcar, porque yo siempre fui goloso, y después volviéndole a poner la miga para taparlo, daba buena cuenta de aquel canto de pan, que en esos momentos dejaba de ser canto de pan, para convertirse en un canto al placer o al deleite; para mí era una merienda suculenta que muchas veces la prefería antes que otras cosas.
Entonces esta tarde, antes del partido, ni corto ni perezoso, me he puesto un bocadillo de pan sin tostar con buen aceite de oliva espolvoreado con bastante azúcar. Cuando mi mujer al verme ha preguntado,
- ¿Qué haces, comiendo el pan sin tostar y sin un café con leche?
La única respuesta que le he podido dar en ese momento ha sido:
-Recordando viejos tiempos y los sabores de otra época, que en el fondo siguen siendo un placer, aunque el pan sea más fino porque los tiempos cambian.
Ella ha hecho un gesto como diciendo “lo que hay que ver” y me ha dejado en la cocina a mi aire. Por eso, mientras comía, yo seguía recordando otros sabores, que nunca se olvidan aunque pasen los años, y he recordado el sabor que tenía aquella longaniza que se hacía en Rodalquilar y que hace muchos años que no he vuelto a probar.
Recuerdo que mi madre me enviaba a casa de Josefa la de la leche, a comprar unas tripas de longaniza, de aquellas que tenía colgadas en cañas, en aquella casa cerca del borde de la rambla, antes de llegar al pozo de Juan Arias. ¡Qué rica estaba aquella longaniza! Ahora, en el supermercado, eso no se encuentra, pues no se le puede comparar, porque son distintos, ni la chistorra, ni el chorizo, aunque sea casero, ni lo que en muchos sitios llaman longaniza, que no tiene nada que ver con aquella longaniza de Rodalquilar.
La última vez que comí longaniza de ese tipo, fue hace muchos años, un día que me presenté de improviso, en casa de mi tía Fina en Rodalquilar, cuando ésta vivía en Villa Cepillo, y nos sacó para picar unos trozos de morcilla de cebolla y longaniza de aquella tierra con unos vasitos de vino. Aquella merienda, en una tarde fresca, me dejó el cuerpo redondo. A pesar de los años que han pasado todavía me acuerdo.
Bueno, ya no os digo más, porque hay cosas que van contra el colesterol y es mejor no hablar de ellas, pero yo soy de la opinión que tampoco hay que dejar de comerlas… de vez en cuando, se entiende. De todas formas, si sigo hablando de estas cosas nos vamos a poner muy gordos, y con los años que ya tenemos hay que cuidar la línea un poco.
Un cordial saludo a todo el foro.
Hermenegildo García Pino.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Hola amigo Hermenegildo y demás familia del foro: permitirme participar en vuestras conversaciones:
En primer lugar, quiero contestar a Hermenegildo en lo que se refiere a la merienda. Recuerdo muy bien, que yo también merendaba pan con aceite y, aún hoy, por estos tiempos, suelo tomar una rebanada de pan tostado con tomaque y oli con una mica de sal y si no, en lugar de tomaque, le refriego un ajo si veo que no tengo que hablar con nadie, jajaja. Del chocolate, recuerdo haber merendado alguna ... (ver texto completo)