Luz ahora 0,08490 €/kWh
Las fotos que intenté colgar, no me las acepta el ordenador por grandes. Todo se andará, estoy intentando hacerlas mas pequeñas pero necesito algún tiempo ya que yo soy hombre de lápices, pluma y tintero de plomo. Estos aparatos han llegado muy tarde para mis entendederas.
Un saludo de un (anticuado)
Ramón
Un saludo de un (anticuado)
Ramón
-Querido amigo Ramón:
No debes preocuparte por no dominar estos artilugios modernos como tu desearías, pues creo que a la gran mayoría de nuestra edad nos ocurre más o menos lo mismo, pero para eso están nuestros hijos que nos echan una mano de vez en cuando.
Pero en eso que dices de que te consideras hombre de lápices, pluma y tintero de plomo, si que te doy la razón, aquello tenía su encanto, pues con la parte más delgada del palillero fastidiábamos al compañero cuando se la metíamos en el oido y en el otro extremo del palillero colocábamos la pluma y una vez mojada en el tintero hacíamos una bonita caligrafía, solíamos aflojar la presión de la mano cuando hacíamos la parte ascendente de las letras y aumentar la presión en la bajada. Con D. José Fornieles hacíamos unos dibujos preciosos, pues en una página en blanco del cuaderno colocábamos una hoja de alguna planta, después sobre esta página con un trozo de tela metálica muy fina frotábamos un cepillo usado de los dientes mojado muy levemente en tinta y la página quedaba marcada de puntitos azules, después cuando la tinta se secaba retirábamos la hoja de la planta y quedaba su silueta blanca en el papel, luego escribíamos en esta página respetando el dibujo marcado por la planta. También había otros más finos que cogían alguna mosca y la bañaban en el tintero y la dejaban suelta sobre alguna página en blanco del cuaderno de algún compañero y ya se pueden imaginar los lectores lo bonita que quedaba la hoja con el rastro de tinta dejado por la mosca sobre el papel.
Como verás Ramon, con aquelloa útiles de escribir que usábamos en nuestra infancia solíamos hacer verdaderas maravillas.
Un abrazo para todos, Antonio Felices.-
No debes preocuparte por no dominar estos artilugios modernos como tu desearías, pues creo que a la gran mayoría de nuestra edad nos ocurre más o menos lo mismo, pero para eso están nuestros hijos que nos echan una mano de vez en cuando.
Pero en eso que dices de que te consideras hombre de lápices, pluma y tintero de plomo, si que te doy la razón, aquello tenía su encanto, pues con la parte más delgada del palillero fastidiábamos al compañero cuando se la metíamos en el oido y en el otro extremo del palillero colocábamos la pluma y una vez mojada en el tintero hacíamos una bonita caligrafía, solíamos aflojar la presión de la mano cuando hacíamos la parte ascendente de las letras y aumentar la presión en la bajada. Con D. José Fornieles hacíamos unos dibujos preciosos, pues en una página en blanco del cuaderno colocábamos una hoja de alguna planta, después sobre esta página con un trozo de tela metálica muy fina frotábamos un cepillo usado de los dientes mojado muy levemente en tinta y la página quedaba marcada de puntitos azules, después cuando la tinta se secaba retirábamos la hoja de la planta y quedaba su silueta blanca en el papel, luego escribíamos en esta página respetando el dibujo marcado por la planta. También había otros más finos que cogían alguna mosca y la bañaban en el tintero y la dejaban suelta sobre alguna página en blanco del cuaderno de algún compañero y ya se pueden imaginar los lectores lo bonita que quedaba la hoja con el rastro de tinta dejado por la mosca sobre el papel.
Como verás Ramon, con aquelloa útiles de escribir que usábamos en nuestra infancia solíamos hacer verdaderas maravillas.
Un abrazo para todos, Antonio Felices.-