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RODALQUILAR: Te conocí en un viaje virtual cuando me incorporé a...

Querido Ramón:
La suerte o el destino nos acercan a personas desconocidas con nuestras acciones. La suerte o el destino hacen que alguna de ellas se queden para siempre con parte de tu corazón por la misma forma de pensar o de entender la vida. Se van descubriendo sentimientos, costumbres e ideales comunes. Y con el tiempo, aparece la sensación de habernos conocido siempre.
Entiendo que somos personas mayores, con vidas estables (dentro de un orden), con familias consolidadas y con amigos de toda la vida ― sí, de esos de: “el amigo y el vino, añejo”―, pero también entiendo que el mundo está abierto, que hay gente buena a la que nuestras efímeras vidas no les pueden decir: “No me haces falta, ya tengo lo que quiero”. Cuando te encuentras a esa buena gente piensas: “ ¡Cielos!, ¿dónde estabas tú?” y te congratulas por haber dado el paso de acercamiento.
Sí, así ha pasado, Ramón. No te conozco personalmente, conozco tu voz redonda de locutor de radio con el “deje” de Almería, sé de tu larga memoria y de tu larguísima lista de contactos, sé de la facilidad que tienes para conseguir información de todo y sé lo que te aprecia todo el mundo. Me has ayudado en muchísimos detalles. Hemos disfrutado, junto a nuestro entrañable Leocadio, en la elaboración de muchos pasajes de la novela y, sin conocerme, los dos habéis estado ahí: siempre cerca, siempre útiles y preocupados.
Ya lo dije en otro mensaje anterior pero aprovecho, de nuevo, este foro para darte, otra vez, las gracias y desearte el próximo domingo un muy feliz cumpleaños junto a tu familia.
Manuel Ortiz

Estimado amigo:
Aun sin conocernos personalmente, algo que en su momento ocurrirá, te doy mis más sinceras gracias por tus palabras de amistad hacia mi persona. Un buen amigo, es aquel que toca tu corazón aunque esté al otro lado del mundo.
Manolo, realmente he disfrutado con mi exigua ayuda al darte algún pequeño apunte por si de algo te servía para tu bonita obra, con este disfrute quedaba compensado, pero tu quisiste que fuese aumentado y lo conseguiste al tener la gentileza de mandarme lo que tantas horas y esfuerzos te costó “parir” el libro de, EL CORTIJO DE LA MORA. Te lo agradeceré siempre.
Gracias por tu felicitación, y como dice el refrán >cuando veas la barba de tu amigo afeitar, pon la tuya a remojar< El día 29 llega ya mismo “con las claras del día”.
P. D. El mejor espejo, es un viejo amigo. (George Herbert)
Un abrazo.

Te conocí en un viaje virtual cuando me incorporé a mi puesto de trabajo en Rodalquilar, recuedo que yo viajaba en la baca de un artilugio que hoy llaman bus, aquel tenia categoria diligencia del Oeste americano; como decia yo viajaba en la baca del mencionado trasto rodeado de gallinas y gallos, huevos y pollos que a cada bache la armaban con sus cacareos (a mi me confundian con su director, como si fuera el amo del corral), el jinete de este trasto era un vaquero de contrastado valor.... Sandalio... y perdonenme... habia que tener coj... para conducir aquello que no se sabia lo que era. Entre la polvacera que dejaba atras semejante cacharro, vi una burra que no podia ser otra que la del Pintao montada por quien yo creia que era Jeronimo Jefe apache que vención nada menos que al General Caster...., ¡pero no!... era un niño que queria anticiparse a la como se llame... para darme la bienvenidad y ya ven ustedes el domingo cumple años converido en locutor de acento almeriense.
Muchas felicidades viejo amigo y muchas gracias por los buenos ratos que me has hecho pasar.
No quiero dejar de mencionar a Manuel Ortiz por su deferencia, y siempre diré lo mismo.... esta casa como dice Ginesico, esta habitada por las mejores personas del mundo.
Leocadio
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Quiero aclarar que el jefe indio que venció al General Caster fué Caballo Loco, pero me apetecia mencionar a Jeronimo otro indio de mucho cuidado. Amí de pequeño me llamaban "Gallo Loco"... ¡ahí es nada!... ¿seria por eso por lo que las gallinas del "BUS" me tomaron cariño?
Sí viejo amigo, aquel niño que aún tiene recuerdos de su más tierna infancia, va a cumplir el día trece, 61 años.
Aquel niño, recuerda como su madre masticaba garbanzos tostados y se los daba a comer porque él no tenía fuerza para triturarlos, recuerda, como su madre le hacía orinar en una “jícara” para después mojar en el orín un algodón con el cual le limpiaba con mucho cuidado los ojos casi cerrados por las legañas, recuerda, cuando mataban en su casa un conejo y su madre hacía arroz el hígado ... (ver texto completo)