RODALQUILAR: Querido Leocadio:...

¡Hola a todos!
He leído el mensaje de Manuel atentamente y he recordado lo de la famosa poesía de Baltasar de Alcazar (siempre que paso por Jaén, sistemáticamente repito los primeros versos de " La cena" cuando leo la indicación con el nombre de la ciudad). Bueno también tarareo: " de Baños era mi madre, mi padre de Guarromán y yo del mismo Linares.....". reminiscencias de la niñez.
Manuel, este recuerdo tenia una primera parte que paso a relatar.

D. Juan Gavala y Laborde fue de visita a las escuelas de los mayores (niñas y niños) y les prometió un premio a los que se aprendiesen una complicada poesía: "El retrato de golilla" y se la recitaran en su próxima visita.
Al cabo del tiempo y cuando nadie se acordaba de la promesa apareció y el resultado fue que solo hubo un niño (Rogelio Nieto) y tres niñas que recitaron la poesía y como premio recibieron ¡diez duros cada uno!

Entonces fue cuando recomendó memorizar "La Cena" y todos los niños y niñas la aprendieron, esperando el premio, pero no volvió (por lo menos a que le recitaran la poesía)
Este señor nos dio un dia una opípara merienda y esta sí fue para todas la niñas y niños del Patronato.

Ah, a D. José (q. e. d.) no le hizo ninguna gracia que "ganaran" las niñas.
Y eso es todo, ¡saludos paisanos!

A proposito del poema recordado por Manuel... "En Jaén donde resido"..., me vino a la memoria, mi estancia por un periodo de cuatro meses en la ciudad de Ubeda en la provincia de Jaén.
La recuerdo como una ciudad medieval, con calles angostas y pendientes que casi todas ellas desembocaban en una hermosa plaza o parque, donde radicaban unos palacios e iglesias impresionantes, no entiendo de arte arquitectonico, pero estoy seguro que pocos sitios se le iguala a Ubeda y Baeza en esta disciplina, no en vano son patrimonio de la humanidad.
Un dato curioso,... en la Plaza donde hoy esta el Ayuntamiento en su centro habia una estatua de un General hijo de la Ciudad que estaba perforada y parecia un colador de balazos, cuando la guerra civil uno de los ejercitos, no se cual, emplazo una ametralladora y se lio a tiros contra ella (la estatua), hasta dejarla en el estado en que la vi.
Tambien me impresionó la Semana Santa, no se como es la de Sevilla o Malaga, pero les aseguro que la de Ubeda no se queda a la zaga, en mi vida he visto tanta iglesias y palacios tan hermosos y los pasos de una preciosidad inimaginables y una devoción silenciosa que impresiona.
Recuerdo que me salió un sabañon en la nariz, que aun me perduran las consecuencias en forma de rosacea que le llaman los dermatologos, como0 teniamos que escoltar a las proseciones, cuando me tocaba a mi, las gentes del lugar con ese gracejo andaluz me bautizaron como "Pinocho".
En fin podria estar contando vivencias de mi estancia, pero ya la memoria me flaquea, si recuerdo, la hermosa vista de todo el valle del Guadarquivir, con aquellas hileras de olivos que se perdian en el horizonte y el cerro de Ubeda en medio rodeado por la sierra Segura, y al pié de la La Carolina.
A si es como la recuerdo a traves de la niebla del tiempo pasado.

Querido Leocadio:
Lo que Ud. vio en Úbeda fue el “poder” del valido y contable de Carlos V, llamado Francisco de los Cobos. Por sus manos pasaba el uno por ciento de todo lo que venía de América (de cien galeones repletos de oro, uno iba a su bolsillo) y lo fue dejando en su querida tierra. Su poder llegó a ser extraordinario. La iglesia que hay al fondo de esa plaza es su tumba; sí, así con lo lee, su tumba. Los otros palacios son el Ayuntamiento y un palacio reconvertido en Parador de turismo. De esa estatua que dice no tengo noticia.

Lo que sí que pone los pelos de punta en Úbeda es la Sinagoga del Agua.
Se lo cuento:
Hace tres o cuatro años, un empresario de la construcción se hizo con las viviendas viejas del chaflán de una calle del casco antiguo. Tenía la idea de demolerlas y hacer un bloque de apartamentos siguiendo las normas de la ciudad vieja. Y empezó, a golpe de piqueta, a demoler el edificio y así aprovechar la piedra de sillería que ya se dejaba ver entre la cal y el yeso viejo. No se sorprendió cuando encontró tras un falso tabique una escalera que subía hacia…
- ¡Bien, lo aprovecharé todo!
Siguió con la piqueta y se encontró con un arco en cuya clave estaba candelabro de nueve brazos o menorah (símbolo de los judíos).
Se empezó a poner nervioso y buscó un arqueólogo. Aquel acudió presto y después de analizar lo que había a la vista, le indicó que demoliese con cuidado hacia un lugar determinado. Buscaba la casa del rabino, si es que aquello era una sinagoga. Se quedó mientras hacían camino a través de mil tabiques que delimitaban muchas pequeñas viviendas que se habían construido a lo largo de quinientos años y que habían aprovechado la fuerte estructura de la sinagoga y… ¡llegaron a la casa del rabino.
Aquello ya alarmó definitivamente al constructor y lo puso en conocimiento de las autoridades, que le permitieron seguir (pero sin hacerse cargo de los gastos y permitiéndole, cuando la consiguiera poner en orden, explotar la visita a la restauración para recuperar el dinero gastado; luego, pasaría a poder del gobierno).
El constructor dejó la sinagoga diáfana, tal y como la dejaron los judíos, el día que los expulsaron de España, en 1492.
Bueno, ya estaba aquello en marcha cuando un día, en el bar, uno de los vecinos de las pequeñas viviendas que allí hubo, le dijo:
-Qué bonito se ha quedado todo! Pero donde no habéis hecho nada ha sido en “mi casa”. ¿No os habéis fijado que en el piso hay un agujero tapado con baldosas donde mi padre se pasó meses echando escombro?
El constructor llamó al arqueólogo que, tras escuchar aquello, dijo:
-Si lo que me estás diciendo es cierto, esa es la entrada a la zona de bautismo. Debemos de buscar los pozos que tiene la sinagoga, comprobar sus características y buscar la piscina de bautismo.
Presentaba una excitación que el constructor no entendía. Lo entendió después.
Efectivamente, durante meses sacaron escombros y apareció la piscina del baño de bautismo judío. Todos los pozos cumplían las características adecuadas.
Úbeda tenía su sinagoga del Agua. Solamente en un país de Centroeuropa, que no recuerdo, hay otra. Ninguna más en todo el mundo. Es una auténtica maravilla…Casi mágico!
Y la podemos visitar, gracias al esfuerzo de ese constructor.
Me emociono solo de escribir esto.

Úbeda es preciosa con todos los edificios que el poder económico de Francisco de los Cobos dedicó a su ciudad, pero la visita de la sinagoga del Agua es aún más impactante.

Baeza es preciosa, más recoleta; es monumental, pero más de conventos y de vida estudiantil.
Un abrazo afectuoso
Manuel Ortiz
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Por cierto, el amigo De los Cobos también tuvo la concesión de las minas de alumbre en la zona de Cartagena.