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Como no sé donde mandarte la pequeña introducción del libro, la dejo aquí en el foro:
“En nuestra vida y en nuestro trabajo diario como médicos, observamos que hay valores que están por encima de la tecnología y la modernidad, valores que a menudo superan la razón y que están unidos a la Naturaleza Humana. Estos valores que han estado presentes y permanecen fuertes desde hace miles de años son: la familia, la amistad y el amor a la Tierra que nos vio nacer. A veces, creemos que han sido o están siendo devaluados por nuestra sociedad pero, de pronto, aparece un nuevo caso, una nueva historia que los pone, de nuevo, en el Firmamento de nuestras conciencias.
Esta novela vio la luz recreándose en dos historias paralelas, en culturas completamente distintas y ubicadas en la segunda mitad del siglo XI y primer cuarto del siglo XII. Una de ellas es refinada y culta y la otra, de sacrificio y tosca, pero no menos dulce. El fondo de las dos: amor, familia, honradez y honor.
El momento histórico es, para nosotros como autores, absolutamente oportuno. Es el tiempo en que los pequeños reinos cristianos, ubicados en el norte de la Península Ibérica, empiezan a sentir que el mundo andalusí se derrumba. El poder del Califato de Córdoba se ha roto en múltiples, y a veces, diminutos reinos de taifas casi sin poder militar. Es la oportunidad cristiana para recuperar los terrenos perdidos por sus antepasados.
El poder de la Iglesia, ligado al poder político del momento cambia ritos litúrgicos y modifica las costumbres de los paisanos. La Orden de Cluny, protegida por el Rey de Castilla, se introduce en Hispania, trae el estilo románico y se empieza a construir el Camino de Santiago. Aparecen los Concejos y el “hombre libre” que puede moverse, aunque con algunas dificultades, por los territorios recién conquistados a los andalusíes a cambio de ciertos compromisos con los señores. Se empieza a cambiar el derecho romano por nuevas leyes.
Es el momento de arranque del castellano como idioma: aparecen las Glosas de San Millán de la Cogolla que unidas a las mil y una palabra asimiladas por el paisanaje en su relación comercial con el mundo andalusí, hacen que el latín se vaya transformando en nuestro idioma castellano.
Pero ante todo, es el momento en que las dos culturas están arraigadas, tras muchas generaciones, en una tierra que los cautiva y por la que suspiran: unos, por recuperarla y otros, por no perderla ya que las cenizas de muchas generaciones de sus familias están fundidas con la tierra que los otros quieren recuperar. Allí se criaron, amaron y murieron defendiéndola. Esa tierra, regada con la sangre de todos, es la que inspiró esta novela: andalusíes y castellanos, catalanes y aragoneses, navarros y vascones, cántabros, astures y gallegos, todos luchan por dominarla y se alían con el diablo, si es preciso, para poder seguir viviendo en ella.
En el fondo, quien manda y gana, a pesar de todos los contratiempos posibles son: el corazón, el honor, la familia y la amistad, que son los factores comunes de las dos culturas. El pueblo llega a entender, a pesar de los que mandan y manipulan, que lo importante son las personas, no las ideas ni las creencias”.
Manuel Ortiz Requena
“En nuestra vida y en nuestro trabajo diario como médicos, observamos que hay valores que están por encima de la tecnología y la modernidad, valores que a menudo superan la razón y que están unidos a la Naturaleza Humana. Estos valores que han estado presentes y permanecen fuertes desde hace miles de años son: la familia, la amistad y el amor a la Tierra que nos vio nacer. A veces, creemos que han sido o están siendo devaluados por nuestra sociedad pero, de pronto, aparece un nuevo caso, una nueva historia que los pone, de nuevo, en el Firmamento de nuestras conciencias.
Esta novela vio la luz recreándose en dos historias paralelas, en culturas completamente distintas y ubicadas en la segunda mitad del siglo XI y primer cuarto del siglo XII. Una de ellas es refinada y culta y la otra, de sacrificio y tosca, pero no menos dulce. El fondo de las dos: amor, familia, honradez y honor.
El momento histórico es, para nosotros como autores, absolutamente oportuno. Es el tiempo en que los pequeños reinos cristianos, ubicados en el norte de la Península Ibérica, empiezan a sentir que el mundo andalusí se derrumba. El poder del Califato de Córdoba se ha roto en múltiples, y a veces, diminutos reinos de taifas casi sin poder militar. Es la oportunidad cristiana para recuperar los terrenos perdidos por sus antepasados.
El poder de la Iglesia, ligado al poder político del momento cambia ritos litúrgicos y modifica las costumbres de los paisanos. La Orden de Cluny, protegida por el Rey de Castilla, se introduce en Hispania, trae el estilo románico y se empieza a construir el Camino de Santiago. Aparecen los Concejos y el “hombre libre” que puede moverse, aunque con algunas dificultades, por los territorios recién conquistados a los andalusíes a cambio de ciertos compromisos con los señores. Se empieza a cambiar el derecho romano por nuevas leyes.
Es el momento de arranque del castellano como idioma: aparecen las Glosas de San Millán de la Cogolla que unidas a las mil y una palabra asimiladas por el paisanaje en su relación comercial con el mundo andalusí, hacen que el latín se vaya transformando en nuestro idioma castellano.
Pero ante todo, es el momento en que las dos culturas están arraigadas, tras muchas generaciones, en una tierra que los cautiva y por la que suspiran: unos, por recuperarla y otros, por no perderla ya que las cenizas de muchas generaciones de sus familias están fundidas con la tierra que los otros quieren recuperar. Allí se criaron, amaron y murieron defendiéndola. Esa tierra, regada con la sangre de todos, es la que inspiró esta novela: andalusíes y castellanos, catalanes y aragoneses, navarros y vascones, cántabros, astures y gallegos, todos luchan por dominarla y se alían con el diablo, si es preciso, para poder seguir viviendo en ella.
En el fondo, quien manda y gana, a pesar de todos los contratiempos posibles son: el corazón, el honor, la familia y la amistad, que son los factores comunes de las dos culturas. El pueblo llega a entender, a pesar de los que mandan y manipulan, que lo importante son las personas, no las ideas ni las creencias”.
Manuel Ortiz Requena