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Queridos amigos y familiares:
Fue un día triste de 1966 cuando nuestras vidas cambiaron. La normalidad que vivía Rodalquilar, se vio truncada por una noticia: la mina no era rentable. La iban a cerrar. Harían el finiquito para todos y adiós.
Así, fríamente.
El mundo en el que vivíamos, se desmoronó en unos meses:
Adiós al Playazo, a los partidos de fútbol, a las pesqueras en la playa de la Higuerica, a los domingos del Playazo y sus meriendas, a las partidas en El Pintao y a los tonteos de los chicos en el baile.
Todo se había acabado.
Pero, la familia es una estructura que lo resiste todo. Nuestros padres fueron capaces de buscar una salida, un refugio, una nueva patria donde volver a empezar. Ya lo habían hecho, tiempo atrás, atraídos por la mina y lo volverían a hacer otra y mil veces más, por la vida de aquellos chiquillos de ojos grandes, pantalones anchos y tirantes, blusa de diario y ropa de los domingos para ir a misa.
Nuestros queridos padres buscaron en la Madre Cataluña: apoyo, refugio y trabajo y, a Ella, le ofrecieron su dignidad, su respeto, aceptaron sus costumbres y le entregaron a sus hijos, que somos nosotros.
Nos criamos aquí, en un ambiente distinto: todo verde, otra temperatura, un mundo industrial y un idioma distinto. No supuso esfuerzo, ni para nuestros admirables padres, ni para nosotros. Fuimos capaces de renacer entre tanta adversidad. Encontramos una nueva patria.
Pero…
¿Qué nos reúne? ¿Qué hace que estemos aquí? ¿Por qué nuestros padres tenían aquella tierra tan lejana, en sus tertulias y de forma constante?
Yo os lo diré: Había una llama, en su corazón y en el nuestro, que ha permanecido viva siempre. A pesar de lo que sufrieron y de las enfermedades crónicas que el trabajo de la mina les deparó; sus mentes soñaban con los cielos estrellados, con la Luna reflejando su luz en el Playazo, con las tertulias a la fresca en las Casas Nuevas y la sirena de la mina dando las horas de entrada y salida de los mineros.
Tiempo después de fallecer mi madre, le dije a mi padre. Papá vamos de vacaciones a Rodalquilar.
Mi padre me dijo:
“Ramoncico, no quiero ir a Rodalquilar, no me lleves, no sin ella. No iré, aunque tenga aquella tierra pegada a mi alma. Vete con tus hermanos disfruta de las pesqueras y escucha lo que te digan las olas. Y luego, cuando vengas, me lo cuentas”.
No volvió jamás. En su corazón se quedaron los colores, los olores y las historias de aquella tierra tan especial.
Perdonad, pero me emociono.
No quiero terminar sin nombrar a Inocencia Palenzuela, aquí presente, 86 años, madre coraje, corazón inquebrantable, alegría constante y espejo de nuestros padres... Inocencia, Dios te guarde muchos años para disfrute de tus hijos y de tus nietos.
Hoy queremos hacerte un pequeño regalo con todo nuestro cariño y que cada vez que lo mires, te acuerdes de estos niños y niñas, de Rodalquilar
Para terminar, os diré que no sé si lo que estamos haciendo hoy llegará a consolidarse; no sé si cuando se enteren otros rodalquilareños que viven en Cataluña, nos lo perdonarán; creo que sí. Pero pienso que si la experiencia es positiva, podremos transmitirla y desarrollar otros encuentros de más envergadura.
Os deseo, a todos, lo mejor y muchas gracias por haber venido.
Ramón Pérez
Fue un día triste de 1966 cuando nuestras vidas cambiaron. La normalidad que vivía Rodalquilar, se vio truncada por una noticia: la mina no era rentable. La iban a cerrar. Harían el finiquito para todos y adiós.
Así, fríamente.
El mundo en el que vivíamos, se desmoronó en unos meses:
Adiós al Playazo, a los partidos de fútbol, a las pesqueras en la playa de la Higuerica, a los domingos del Playazo y sus meriendas, a las partidas en El Pintao y a los tonteos de los chicos en el baile.
Todo se había acabado.
Pero, la familia es una estructura que lo resiste todo. Nuestros padres fueron capaces de buscar una salida, un refugio, una nueva patria donde volver a empezar. Ya lo habían hecho, tiempo atrás, atraídos por la mina y lo volverían a hacer otra y mil veces más, por la vida de aquellos chiquillos de ojos grandes, pantalones anchos y tirantes, blusa de diario y ropa de los domingos para ir a misa.
Nuestros queridos padres buscaron en la Madre Cataluña: apoyo, refugio y trabajo y, a Ella, le ofrecieron su dignidad, su respeto, aceptaron sus costumbres y le entregaron a sus hijos, que somos nosotros.
Nos criamos aquí, en un ambiente distinto: todo verde, otra temperatura, un mundo industrial y un idioma distinto. No supuso esfuerzo, ni para nuestros admirables padres, ni para nosotros. Fuimos capaces de renacer entre tanta adversidad. Encontramos una nueva patria.
Pero…
¿Qué nos reúne? ¿Qué hace que estemos aquí? ¿Por qué nuestros padres tenían aquella tierra tan lejana, en sus tertulias y de forma constante?
Yo os lo diré: Había una llama, en su corazón y en el nuestro, que ha permanecido viva siempre. A pesar de lo que sufrieron y de las enfermedades crónicas que el trabajo de la mina les deparó; sus mentes soñaban con los cielos estrellados, con la Luna reflejando su luz en el Playazo, con las tertulias a la fresca en las Casas Nuevas y la sirena de la mina dando las horas de entrada y salida de los mineros.
Tiempo después de fallecer mi madre, le dije a mi padre. Papá vamos de vacaciones a Rodalquilar.
Mi padre me dijo:
“Ramoncico, no quiero ir a Rodalquilar, no me lleves, no sin ella. No iré, aunque tenga aquella tierra pegada a mi alma. Vete con tus hermanos disfruta de las pesqueras y escucha lo que te digan las olas. Y luego, cuando vengas, me lo cuentas”.
No volvió jamás. En su corazón se quedaron los colores, los olores y las historias de aquella tierra tan especial.
Perdonad, pero me emociono.
No quiero terminar sin nombrar a Inocencia Palenzuela, aquí presente, 86 años, madre coraje, corazón inquebrantable, alegría constante y espejo de nuestros padres... Inocencia, Dios te guarde muchos años para disfrute de tus hijos y de tus nietos.
Hoy queremos hacerte un pequeño regalo con todo nuestro cariño y que cada vez que lo mires, te acuerdes de estos niños y niñas, de Rodalquilar
Para terminar, os diré que no sé si lo que estamos haciendo hoy llegará a consolidarse; no sé si cuando se enteren otros rodalquilareños que viven en Cataluña, nos lo perdonarán; creo que sí. Pero pienso que si la experiencia es positiva, podremos transmitirla y desarrollar otros encuentros de más envergadura.
Os deseo, a todos, lo mejor y muchas gracias por haber venido.
Ramón Pérez
Hola Ramon. Hermosas y sentidas palabras. No quiero volver a repetir lo expresado a Sole, a quien respondi mensaje.
Si te digo que sigan manteniendo viva esa llama y rescatar todos los años a aquellos chicos que corrian por el valle, haciendo travesuras, pero tambien amando la tierra, el mar. Sigan escuchando el canto de los mineros, al compas de sus palas y picos. Cierren los ojos para verlos subir o bajar por el camino de la mina.
Cortar higos y chumbos, tras el grito "enojado" del dueño y la picardìa de comerlos a escondidas.
Es bueno compartir con amigos. No es quedarse en elpasado es reconocer lo que ha sido pilar a nuesta vida. Un cariño grande!
Carmen.
Si te digo que sigan manteniendo viva esa llama y rescatar todos los años a aquellos chicos que corrian por el valle, haciendo travesuras, pero tambien amando la tierra, el mar. Sigan escuchando el canto de los mineros, al compas de sus palas y picos. Cierren los ojos para verlos subir o bajar por el camino de la mina.
Cortar higos y chumbos, tras el grito "enojado" del dueño y la picardìa de comerlos a escondidas.
Es bueno compartir con amigos. No es quedarse en elpasado es reconocer lo que ha sido pilar a nuesta vida. Un cariño grande!
Carmen.
