No podía faltar el «Proverbio» más conocido de Antonio Machado, tantas veces cantado, recitado, escuchado y llorado:
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.
Caminante, es decir, viajero de la vida, busca tú mismo tu destino, nada está marcado, harás lo que tú quieras, pero debes avanzar tú, sin que te obsesione el pasado. No pienses en el futuro, el camino de hoy es el que importa.
Las estelas, de espuma al fin, son el mensaje de las vidas de los otros, de aquellos que —para cada uno— han significado algo. Ésa es la única pista, quizás, que podemos tener en nuestro particular viaje.
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.
Caminante, es decir, viajero de la vida, busca tú mismo tu destino, nada está marcado, harás lo que tú quieras, pero debes avanzar tú, sin que te obsesione el pasado. No pienses en el futuro, el camino de hoy es el que importa.
Las estelas, de espuma al fin, son el mensaje de las vidas de los otros, de aquellos que —para cada uno— han significado algo. Ésa es la única pista, quizás, que podemos tener en nuestro particular viaje.
Sole, buenos tardes:
Tus palabras transmiten decisión y fortaleza. Es bonito tener los recuerdos guardados en una faltriquera cercana al corazón y lanzarlos al viento en una noche de " enramá" rodeado de buenos amigos.
Pero mejor aún es levantarse, cada día, con ilusión para
trabajar y luego soñar con la Luna y las vacaciones de esta manera:
¡Ay, Luna!
Tu que te cuelas por las ventanas de Aguamarga,
Mira cómo te devuelven sus calles encaladas,
historias de pasión
en ronda de guitarras enamoradas.
Tú, que en el silencio de la noche
la inundas con reflejos de plata,
siente, siente como suben a tu cielo
los sueños y las ilusiones de los pueblos
del Cabo de Gata.
Y me ven y me dicen:
¿A dónde vas Manuel?
Y yo les digo: ¡A tomar la Luna!
¡Pues vamos! me dicen todos.
Y Luego, juntos, callados
y sentados en la arena,
admiramos tu paseo sobre las olas
y vemos cómo peinas la cala del Plomo,
cómo iluminas el cerro Negro
y, al final,
contemplamos cómo la Punta de la Polacra
te declara su amor, todas las noches,
con sus destellos.
¡Ay Luna!
Manuel Ortiz
Hasta siempre.
Tus palabras transmiten decisión y fortaleza. Es bonito tener los recuerdos guardados en una faltriquera cercana al corazón y lanzarlos al viento en una noche de " enramá" rodeado de buenos amigos.
Pero mejor aún es levantarse, cada día, con ilusión para
trabajar y luego soñar con la Luna y las vacaciones de esta manera:
¡Ay, Luna!
Tu que te cuelas por las ventanas de Aguamarga,
Mira cómo te devuelven sus calles encaladas,
historias de pasión
en ronda de guitarras enamoradas.
Tú, que en el silencio de la noche
la inundas con reflejos de plata,
siente, siente como suben a tu cielo
los sueños y las ilusiones de los pueblos
del Cabo de Gata.
Y me ven y me dicen:
¿A dónde vas Manuel?
Y yo les digo: ¡A tomar la Luna!
¡Pues vamos! me dicen todos.
Y Luego, juntos, callados
y sentados en la arena,
admiramos tu paseo sobre las olas
y vemos cómo peinas la cala del Plomo,
cómo iluminas el cerro Negro
y, al final,
contemplamos cómo la Punta de la Polacra
te declara su amor, todas las noches,
con sus destellos.
¡Ay Luna!
Manuel Ortiz
Hasta siempre.