Hoy, " no voy a abrir el foro para ver que escriben"
Hoy, es día de contar sensaciones.
Estos días atrás, acudí a un Congreso de Pediatría en Las Palmas. Le había prometido a Leocadio que lo visitaría una tarde y lo cumplí. Se lo debía. En el fondo, yo lo necesitaba. Mi padre decía que " el que no es agradecido, no es bien nacido" y de él aprendí a ser agradecido.
Lo hice. Fui a verlo con mi esposa, un amigo y compañero y su señora.
No puedo decir que la realidad es distinta de lo que imaginaba: me encontré con un señor entrado en muchos años, con una mente clara, cara despejada, ojos pícaros, muy documentado y gran conversador. Me tendió la mano con respeto, pero yo no sentía eso; lo abracé con el afecto que se tiene a las personas verdaderas, que no mienten, que saben estar, que no se ponen moños y que en todo momento, ha estado a mi lado sin apenas conocerme.
Sus ojos escrutaban mi semblante para ver si coincidía con la idea que tenía de mi modesta persona. No sé si fui completamente de su agrado, aunque se dio cuenta pronto de que tampoco escondo nada.
La tertulia fue distendida, natural, fluida y como si nos conociéramos de toda la vida. ¡qué gusto encontrarse con la Verdad! Las chicas se hicieron con Carmen... ¡qué rato más entrañable!
Me decía en un correo que temía no haber sido un buen anfitrión. Le digo aquí, que lo fue: entrañable como un padre que no ha visto en mucho tiempo a su hijo que vive en un lugar muy lejano, que se emociona mirándolo y que no pararía nuca de contarle impresiones o historias.
Nos hicimos unos regalos: él, algo suyo, de su tierra canaria y yo, algo de los dos: el borrador en papel de un libro.
Nos faltó tiempo. La despedida fue larga. Nos acompañaron al aparcamiento. Otro abrazo, esperando siempre que no sea el último. Adiós
Allí quedaron Leocadio y Carmen,
Amigo Leocadio, muchas gracias.
Por otra parte, prometí a Ramón Pérez que le mandaría una foto del encuentro; se la mandé y él me la quiso "cambiar" por una foto, en blanco y negro, con tres niños: una chiquilla preciosa, un varón de un par de años menos y un " cagón" con rizos. Fue una gran sorpresa ver los grandes ojos de Ramón, bajo una abundante cabellera rizada, mirarme 59 años atrás.
Prometo quitarle las imperfecciones y devolvérsela en sepia: ¡es una joya!.
Te echamos de menos, amigo,
Un saludo a todos
Manuel Ortiz
Hoy, es día de contar sensaciones.
Estos días atrás, acudí a un Congreso de Pediatría en Las Palmas. Le había prometido a Leocadio que lo visitaría una tarde y lo cumplí. Se lo debía. En el fondo, yo lo necesitaba. Mi padre decía que " el que no es agradecido, no es bien nacido" y de él aprendí a ser agradecido.
Lo hice. Fui a verlo con mi esposa, un amigo y compañero y su señora.
No puedo decir que la realidad es distinta de lo que imaginaba: me encontré con un señor entrado en muchos años, con una mente clara, cara despejada, ojos pícaros, muy documentado y gran conversador. Me tendió la mano con respeto, pero yo no sentía eso; lo abracé con el afecto que se tiene a las personas verdaderas, que no mienten, que saben estar, que no se ponen moños y que en todo momento, ha estado a mi lado sin apenas conocerme.
Sus ojos escrutaban mi semblante para ver si coincidía con la idea que tenía de mi modesta persona. No sé si fui completamente de su agrado, aunque se dio cuenta pronto de que tampoco escondo nada.
La tertulia fue distendida, natural, fluida y como si nos conociéramos de toda la vida. ¡qué gusto encontrarse con la Verdad! Las chicas se hicieron con Carmen... ¡qué rato más entrañable!
Me decía en un correo que temía no haber sido un buen anfitrión. Le digo aquí, que lo fue: entrañable como un padre que no ha visto en mucho tiempo a su hijo que vive en un lugar muy lejano, que se emociona mirándolo y que no pararía nuca de contarle impresiones o historias.
Nos hicimos unos regalos: él, algo suyo, de su tierra canaria y yo, algo de los dos: el borrador en papel de un libro.
Nos faltó tiempo. La despedida fue larga. Nos acompañaron al aparcamiento. Otro abrazo, esperando siempre que no sea el último. Adiós
Allí quedaron Leocadio y Carmen,
Amigo Leocadio, muchas gracias.
Por otra parte, prometí a Ramón Pérez que le mandaría una foto del encuentro; se la mandé y él me la quiso "cambiar" por una foto, en blanco y negro, con tres niños: una chiquilla preciosa, un varón de un par de años menos y un " cagón" con rizos. Fue una gran sorpresa ver los grandes ojos de Ramón, bajo una abundante cabellera rizada, mirarme 59 años atrás.
Prometo quitarle las imperfecciones y devolvérsela en sepia: ¡es una joya!.
Te echamos de menos, amigo,
Un saludo a todos
Manuel Ortiz