EMOCION
No hay nada que me ponga los pelos de punta más, que explorar a un niño para hacer el diagnostico de un cuadro meníngeo. Hace años, veía en la camilla a mi hijo y hoy, es peor aún, porque veo a mis nietos.
Gracias a los avances de la Medicina, la aparición de vacunas y la mejoría de los procedimientos médicos, se han limitado grandemente la aparición de estos procesos neurológicos.
Bueno, esa circunstancia - ponerme los pelos de punta- me ocurrió ayer. Os lo cuento:
Llamo, de vez en cuando, al teléfono de Ramón y su hijo Sergio, siempre amable y sin prisa, me informa del estado de su padre. Ayer fue así:
Llamada. Descuelgan:
- Diga.- La voz no la asociaba a Ramón, ni mucho menos.
- Soy Manuel Ortiz, Sergio…
- Manolo, soy yo…
- ¡Ramón!- lo que os contaba antes; de pronto se me ponen los pelos de punta. -“ ¡Joer!, es Ramón… ¡Pero si hace dos días tenía los drenajes de neumotórax puestos! ¿Qué fortaleza y qué ganas!.... ¡Las endorfinas!”
- Sí, parece que me haya pasado un camión por encima… pero estoy bastante bien y contento… me duele todo… Ya parece que lo voy superando.
- ¡Hay que ver!... son los genes de Rodalquilar! - “y las endorfinas”, pensé- “las debe segregar a toneladas”.- Bueno, me alegra mucho tu mejoría. Te dejo, que te noto cansado. Ya te llamaré. Un abrazo. Adiós.
Los pelos de punta, pero esta vez, de la emoción. Eso.
Saludos.
No hay nada que me ponga los pelos de punta más, que explorar a un niño para hacer el diagnostico de un cuadro meníngeo. Hace años, veía en la camilla a mi hijo y hoy, es peor aún, porque veo a mis nietos.
Gracias a los avances de la Medicina, la aparición de vacunas y la mejoría de los procedimientos médicos, se han limitado grandemente la aparición de estos procesos neurológicos.
Bueno, esa circunstancia - ponerme los pelos de punta- me ocurrió ayer. Os lo cuento:
Llamo, de vez en cuando, al teléfono de Ramón y su hijo Sergio, siempre amable y sin prisa, me informa del estado de su padre. Ayer fue así:
Llamada. Descuelgan:
- Diga.- La voz no la asociaba a Ramón, ni mucho menos.
- Soy Manuel Ortiz, Sergio…
- Manolo, soy yo…
- ¡Ramón!- lo que os contaba antes; de pronto se me ponen los pelos de punta. -“ ¡Joer!, es Ramón… ¡Pero si hace dos días tenía los drenajes de neumotórax puestos! ¿Qué fortaleza y qué ganas!.... ¡Las endorfinas!”
- Sí, parece que me haya pasado un camión por encima… pero estoy bastante bien y contento… me duele todo… Ya parece que lo voy superando.
- ¡Hay que ver!... son los genes de Rodalquilar! - “y las endorfinas”, pensé- “las debe segregar a toneladas”.- Bueno, me alegra mucho tu mejoría. Te dejo, que te noto cansado. Ya te llamaré. Un abrazo. Adiós.
Los pelos de punta, pero esta vez, de la emoción. Eso.
Saludos.