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RODALQUILAR: Buenas noches...

Buenas noches
Todos los niños de Rodalquilar tenemos anécdotas que contar que aunque parezcan tonterías seguro que a los demás nos gustaría conocerlas, solo son recuerdos de la vivencia de un niño, que precisamente por eso hoy al ser ya mayores seguro que al leerla se nos escapa alguna sonrisa porque seguro que todos nos sentimos identificados con esa anécdota o pequeña historia, solo os pido que la contéis aquí en nuestro foro porque si solo lo hago yo al final acabaré con mis recuerdos, hasta don Leocadio que solo vivió cinco años en nuestro PARAÍSO y a pesar de su edad se acuerda de casos y de nombres que al menos yo había olvidado y el me lo ha hecho recordar y como con su último mensaje me hizo reír con ganas, pues esto es lo que queremos.
DÍA DE PESCA. Aun no había echo Don Moisés Acosta la carretera que va para la Isleta tenía yo unos ocho años; era Viernes y cuando llegó mi padre de la mina me dice, Ramón mañana iré a pescar con José el del cortijo Zamora y a continuación la pregunta de rigor aun sabiendo ya mi contestación ¿quieres venir? Si papá contestaba dando saltos de alegría; toda la noche y Sábado por la mañana estuvo soplando aquel fuerte viento de poniente que levantaba las piedrecillas del suelo y nos hacían daño en las pantorrillas, creo que no iremos a pescar con este viento no pican, decía mi padre, pero al medio día cambió a levante y a las seis de la tarde con la calda que caía arreamos los cuatro mi padre, José Zamora, yo y mi perro del cual alguno quizás os acordéis le llamábamos “ALERTA” subir la cuesta por aquella vereda llena de aliagas para mi era un suplicio pues al llevar pantaloncillos cortos siempre habían algunas ramas que casi se metían en el camino y me pinchaban en los muslos y con lo que duelen lo pasaba mal pero era tanta la alegría que llevaba por ir a pescar que enseguida me olvidaba, lo primero que hacíamos todos al llegar al barranco el negro era beber en el nacimiento que había al entrar en la playa,
Zamora y yo nos fuimos a la punta al lado izquierdo mi padre se fue a la derecha que toda aquella orilla son lastras con una profundidad máxima de un metro pero la mar estaba de levante y había mucha espuma, a media noche Zamora había cogido un gran sargo nada mas, hacía rato que enfrente veíamos contra la montaña la luz de la linterna de mi padre encenderse y apagarse y así muy seguido, y me dice Zamora me parece que tu padre está matando mucho pescado vamos para allá, crucemos la playa y un pequeño pasillo muy resbaloso pues teníamos que meter los pies en el agua con mucho cuidado por lo resbaladizo, cuando lleguemos donde mi padre y alumbró con la linterna yo nunca le había visto coger tanto pescado, los iba tirando en una charca a su espalda, le dije que me dejara sacar uno me lanzó la sardina pues yo no tenía fuerzas usaba una caña americana de seis o siete metros de una pieza pesaba como un burro. Continúa