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RODALQUILAR: Buenas tardes queridos amigos: ...

Buenas tardes queridos amigos:
Me encuentro en Cambrils y el día no es el mas idóneo para ir a pescar, todo lo contrario para ponerme delante de portátil y escribir mis recuerdos de lo vivido en primera persona y por lo oído a personas mayores, que por ley de vida ya no están entre nosotros la mayoría de ellas. Los “niños de mi edad se acordarán o se lo recordaré, los que son mayores que yo se acordarán mejor por su edad. Pido perdón con antelación a los descendientes de las personas a las que menciono pues no es mi intención faltarles o menospreciarles simplemente son hechos que ocurríéron porque aquellos tiempos eran así. (Que no vuelvan)
Don Ginés, tengo que decir en honor a la verdad que nunca sentí hablar mal de algún médico de los mineros yo conocí al último, que visitaba solamente a éstos en la consulta que había por encima de la Casa Fundición ayudado por un tal Montellano; el único médico que yo conocí para todo el pueblo fue Don Ignacio, médico ¿querido o no querido? visitaba al lado de la farmacia en un edificio planta baja, al entrar una sala de “espera” la cual solía ser muy larga, a la derecha había una puerta en cuya sala visitaba Don Ignacio, a la izquierda otra donde estaba el practicante Don Amor; como decía la espera solía ser muy larga, cogías número pero de poco servía, el médico tenía un tinglado montado que le llamaban “igualados” que equivalía a pagarle cada mes una cantidad ¿…..? al médico para tener preferencia y tal como llegaban a consulta el siguiente en entrar era el “igualado” los demás que esperasen aunque tuviesen al niño en brazos con fiebre o lo que fuese; tenía nueve años cuando me operaron en el 18 de Julio en Almería de amígdalas, pasada una semana me encontraba muy mal y muy débil, mi madre me llevó con Don Ignacio me auscultó y le dice a mi madre, Josefa su hijo no tiene nada lo que tiene que hacer es darle mas de comer que tiene anemia y yo cada día peor, habló mi padre con Don Amor y éste le dijo Manuel no pierdas tiempo y pide permiso al ingeniero Don Juan Gómez Angulo y que el médico de la mina pase al niño por la pantalla, así se hizo y el médico me vio una mancha en el pulmón y dijo, este niño lo tienen que llevar con urgencia a Almería, salimos de allí y pasemos por la consulta de Don Ignacio para que nos diese el volante para el médico de Almería, a éste le sentó como una patada que me hubiesen llevado al médico de la mina y se negó a hacer el volante, tuvieron unas palabras y el médico amenazó a mi padre con llamar a la guardia civil, lo que hizo mi padre a continuación prefiero no decirlo al momento tenía mi padre en sus manos el volante; en Almería le dice el médico Don Ángel Maresca que tengo tuberculosis sin solución, y nos mandó para el pueblo, enterado Don Amor dijo que al operar al crío de la garganta, a respirado y la sangre se le a ido al pulmón, pagando las inyecciones que el nos dijo en cuatro semanas tuve limpio el pulmón, gracias a Don Amor un practicante estoy vivo; y sobre asuntos de parto que decir, que le pregunten a los hijos de Asunción y Manuel el “costurero” hoy podrían tener otro hermano y no lo tienen, porque costaba mucho salir a deshoras a ayudar a una parturienta, cosa que a mi madre no le costaba ayudar a traer a este mundo una nueva vida, sin ser doctora y sin estudios ayudó a muchos niños de nuestro PARAÍSO a venir al mundo los últimos los mellizos de María Gil Picon y Pepe el pintao ellos viven y son testigos; de Don Manuel el farmaucético solo decir que era muy humano y si no tenías dinero las medicinas si las tenías primero era la salud después como ellos decían Dios dirá; Don Amor y Don Ignacio nunca fueron amigos el practicante era del pueblo el doctor estaba por encima del pueblo y sus maneras de actuar no las aceptaba aquel gran practicante. A pesar de su corta estancia en nuestro PARAÍSO estoy seguro que Don Leocadio sabe mucho sobre éstos temas.
Dura pero es la triste realidad de aquellos tiempos.
Un abrazo para Rodalquilar y para mi amigo Matías en Venezuela.