Hola
Otón si me acuerdo de Pepe el lagarto y del tío rábiate pero no de sus facciones pues han pasado muchos años, del que sí me acuerdo perfectamente es de Antoñico el quetecapo, en nuestra época creo que vivía por la ermita pero en los años que yo iba de vacaciones vivía en las casillas del tren un poco mas abajo de Pepe el pintao y lo veía cada año hasta su fallecimiento, su mujer aun vivía; te voy a contar una anécdota graciosa pero que en su momento no lo fue; una mañana avisan que iban a pegar “mecha” y los mineros se ponían a cubierto de los barrenos, una vez acabadas las explosiones cada minero a su faena, como recordarás el bueno del quetecapo medía metro y medio escaso, pues mi padre se subió en la máquina palera (ahora se les llama retro giratoria) para empezar a cargar camiones y explicaba que por costumbre levantaba la pala por si había quedado alguna piedra encallada, cual fue su sorpresa que al mirar hacia la pala vio por el lado de ésta una cesta de mimbre pegando bandazos, bajó la pala con mucho cuidado y “eureka” allí estaba nuestro amigo Antoñico el quetecapo, pues el hombre se había metido allí a comerse el bocadillo y a la vez estar protegido de los barrenos, mi padre se reía cuando lo contaba pero como decía, ¡menos mal que no abrí la pala!.
Ya me dirás cuando dejas de trabajar e iré a Abrera para reencontrarnos.
Un abrazo
Otón si me acuerdo de Pepe el lagarto y del tío rábiate pero no de sus facciones pues han pasado muchos años, del que sí me acuerdo perfectamente es de Antoñico el quetecapo, en nuestra época creo que vivía por la ermita pero en los años que yo iba de vacaciones vivía en las casillas del tren un poco mas abajo de Pepe el pintao y lo veía cada año hasta su fallecimiento, su mujer aun vivía; te voy a contar una anécdota graciosa pero que en su momento no lo fue; una mañana avisan que iban a pegar “mecha” y los mineros se ponían a cubierto de los barrenos, una vez acabadas las explosiones cada minero a su faena, como recordarás el bueno del quetecapo medía metro y medio escaso, pues mi padre se subió en la máquina palera (ahora se les llama retro giratoria) para empezar a cargar camiones y explicaba que por costumbre levantaba la pala por si había quedado alguna piedra encallada, cual fue su sorpresa que al mirar hacia la pala vio por el lado de ésta una cesta de mimbre pegando bandazos, bajó la pala con mucho cuidado y “eureka” allí estaba nuestro amigo Antoñico el quetecapo, pues el hombre se había metido allí a comerse el bocadillo y a la vez estar protegido de los barrenos, mi padre se reía cuando lo contaba pero como decía, ¡menos mal que no abrí la pala!.
Ya me dirás cuando dejas de trabajar e iré a Abrera para reencontrarnos.
Un abrazo
