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RODALQUILAR: Buenas noches, Leocadio, vd. no tiene porqué pedirme...

Buenas noches, Leocadio, vd. no tiene porqué pedirme perdón, no hay ni creo que nunca haya para mí razón alguna para que me lo demande; soy yo el que a veces me siento mal por no poder hacerle recordar mas cosas de su- nuestro pueblo, pues se que al recordar algún detalle, nombre, vivencia o cualquier mínimo detalle, siente vd. añoranza y nostalgia de muchas cosas que le vienen a su memoria y es el momento en que las lágrimas nublan sus ojos esto también me pasa a mí.
Le contaré una pequeña historia en la cual quizá vd. fue partícipe de elle en alguna ocasión. Saliendo del cuartel a la izquierda dirección al Playazo el primer huerto que había a la izquierda era el que tenía mi padre, se lo había traspasado por 25 pts un tal Manuel Aguilera, por las tardes con la fresca iba mi padre hacer su faena en el huerto, y algún guardia fuera de servicio paseaba por la puerta del cuartel y a veces se ponían a la izquierda de la puerta con un pié apoyado en un poyete que había, mirando para el playazo y toda aquella zona, al verse tanto mi padre como el guardia levantaban la mano a modo de saludo, al poco llegaba el guardia se saludaban y mi padre decía, vamos a echar un cigarro a la vez que sacaba una petaca de cuero y el librito de papel liaban el cigarro y lo encendían con aquellos mecheros que le daban con el canto de la mano a la rueda y se encendía la mecha, se lo fumaban mientras charlaban, acabado se levantaban y, bueno Manuel me boy que vd. tiene trabajo y le estoy entreteniendo, (como vd. quiera, baya vd. con Dios y hasta otra); muchas tardes vieron esta escena mis ojos.
Recuerdos de mi infancia
Amigo Leocadio, un fuerte abrazo.