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RODALQUILAR: Buenas noches tengan Vds.:...

Buenas noches tengan Vds.:
Amigo Leocadio le explicaré una historia que seguramente alguno de los foreros ya la sabe ocurrida no mucho tiempo después de su ausencia del “PARAÍSO” digo ausencia porque vd. al igual que yo nunca se ha ido de allí.
Como es sabido eran o éramos conocidos en el pueblo y sus aledaños por algún apodo, yo mismo era Apolinar como un apodo aunque era el nombre propio de mi abuelo paterno.
Como siempre mis intenciones no son herir los sentimientos de los que pueda nombrar sino todo lo contrario que sus nombres e historias no que den borradas para siempre como si no hubiesen existido, para eso tenemos nuestro foro, para “recordar”.
Como decía apodos como, la tía mitaiya el medio higo el tres perrillas el chaquetas el chatito, el planchas el huevos largos los bultos etc. Pues una mañana arrancaba camino de la capital el correo o la tartana podemos llamarlo como queramos pues parecía cualquier cosa menos un autocar, nuestro amigo Sandalio hizo la primera parada del “artefacto” en las Hortichuelas pus habían algunos “turistas” esperando, y entre ellos uno de los apodados bultos que dicho sea de paso haber quien era el guapo que lo llamaba así, por costumbre Sandalio para que cargasen en la vaca los bártulos que llevaban, gritaba ¡bultos arriba! Y así lo hicieron y el “bulto” también se subió, arrancó Sandalio aquella fiera y se adentró en la zona más caliente y peligrosa del trayecto (la Cuesta de Ortiz) la parrala rugía y tiraba vapor asta por la escalera de la vaca, todo el mundo sin respirar alguna señora se hacía la señal de la cruz y se la hacía al zagalillo que era su hijo y lo llevaba en la falda liado con un mantón, cuando llegaban a la cumbre y no borrascosas, respiraban a pleno pulmón pues iban casi morados de no respirar durante la subida, enseguida siguiente parada Fernán Pérez y bultos arriba siguiente parada Níjar, Sandalio tiraba del freno de mano de chicharra que era mas alto que su hombro y paraba el artilugio había que darle agua y echarle gasolina con aquella máquina tan rara que había que darle con la mano para que echase gasolina y luego colgarle la manguera en la oreja, una vez que el pasaje había bebido agua del canti que allí tenían pagando cinco perrillas y dejando el canti mas negro de lo que estaba, el mayoral gritaba, bultos arriba y ala otra vez para arriba y arreando ahora con alegría pues era plana la autopista y el sol ya les acompañaba y donde hay sol hay sombra y en la sombra que hacía el autocar Sandalio observó una sombra que hacía mucho “bulto” paró y bajó y con las manos hacia el cielo gritó ¡pero muchacho! ¿que haces en las golfas? Vd. decía bultos arriba y yo me subía, baja.. baja y súbete en el autocar.
Tan real como la vida misma; así que amigo Leocadio no presuma vd. de haber viajado en cubierta, otros también lo hicieron admirando el paisaje.
A todos-as un fuerte abrazo
Ramón