En los llanos que hay a continuación de la Plaza del Tenis hay una colonia de plantas muy parecida a la del melón y que da un fruto redondo que llamamos Tuera, como máximo igual al tamaño de una pelota de tenis y duras como una piedra; tendría siete u ocho años y bajemos unos cuantos críos de las casas nuevas a aquella zona no recuerdo a que y al poco rato empecemos una guerrilla con las Tueras tirándonoslas como si piedras fuesen pues hacían el mismo daño, en el fragor del combate me llevé la mano a la boca igual que algún otro compañero y se acabó el combate, Dios mío que cosa mas amarga y repugnante, fuimos a lavarnos las manos y boca en un grifo que había delante de la tienda de Antonio Salinas pero ni con esas la boca seguía bien amarga, cuando llegué a casa y se lo dije a mi madre, no se que era peor si la bronca que me metió o el amargor de la “batalla”, me explicó que las Tueras eran venenosas y que podían llegar a matar; yo había sentido decir en el pueblo aquel dicho de (está mas amargo que la Tuera) pero asta aquel día no supe el sentido de aquel dicho; menos mal que no nos dio por morderlas porque realmente parecen uso meloncitos pequeños. Y comiendo miel de la flor de los pitacos y chupábamos el néctar de la flor de aquellos arbolitos que llamamos Gandules y luego teníamos dolores de cabeza ¡pero que bestias éramos!
Los niños de hoy ¿podrán contar mañana anécdotas parecidas?
Saludos.
Los niños de hoy ¿podrán contar mañana anécdotas parecidas?
Saludos.
