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RODALQUILAR: Buenos días....

Buenos días.
Leocadio, el amigo Otón se encuentra bien pero posiblemente pase todo el mes de Octubre en Córdoba.
Efectivamente; titiriteros llamábamos a aquellas trupes de buena gente que se ganaba la vida yendo de pueblo en pueblo para alegrar la vida de sus habitantes; llegó un día unos de estos títeres al mando de un señor ya algo mayor y montaron su pequeña parca delante del bar de Ramón, a la mañana siguiente aquel hombre vestido de General de caballería, con pelo largo blanco como su gran mostacho de igual color con las puntas hacia arriba, con una trompeta y montado en un caballo blanco, recorrió las calles del pueblo anunciando el gran espectáculo y la hora de este; puedo asegurar que solo ver aquel hombre anuncio, ya era algo fuera de lo normal (gran espectáculo) recuerdo que cada vez que sonaba aquella trompeta mi madre decía, ¡ese hombre no barrunta nada bueno! Haber que va a pasar?. Por la tarde aquel hombre subió al tejado del bar y se puso al lado que da a la pequeña plaza y sentó un gran muñeco en una silla de anea y de pronto aquel muñeco cobró vida y se puso a hablar, (lo nunca visto) que yo sepa nadie de los allí presentes habíamos visto nunca un ventrílocuo, cada cual daba su opinión; que si quien hablaba era el hombre, otros decían que había alguien detrás del muñeco y era quien hablaba, en fin se notaba que no éramos gente que hubiésemos visto mucho mundo, salvo los viajes a la capital con nuestro amigo Sandalio; por la noche hubo la función y recuerdo que estuvo muy bien, el único inconveniente era que teníamos que llevar las sillas de casa y esto era otro espectáculo, la gente por la calle con la silla dirigiéndose al bar de Ramón para ver los titiriteros, recuerdo que volvieron al año siguiente pero ya traían sillas de madera plegables.
Leocadio, con sus comentarios vd hace que me acuerde de muchas cosas como es el caso de “Los Titiriteros”
A todos un abrazo.