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SANTA MARIA DE NIEVA: Querido amigo, poco mas o menos asi continua ahora,...

"D I A D E L A T O R T A"

¡Sí! Día de La Torta
Siempre me acordé del Día de La Torta. En estos últimos años y con la globalización gracias a los medios de comunicación, se encuentran hechos o circunstancias que te lo recuerdan; otros muchos años atrás no.
Pero yo siempre tuve un recuerdo de esa fiesta y una imagen de la misma.
La fiesta: Gente vestida de domingo en procesión calle arriba, calle abajo.
La imagen: Una blanca, grande y adornada torta que quedo marcada para siempre en la retina de mis ojos, en las manos de un hombre con los brazos en alto, que a manera de trofeo mostraba a todos los que con ansias de glotón seguíamos los movimientos de esa hermosa cosa que, al menos como yo, jamás habían probado.
Y según mis recuerdos de niño de menos de diez años, el epílogo de la Fiesta era LA SUBASTA de “LA ESTRELLA” del día, LA TORTA, porque creo no recordar mal la torta se subastaba, no se rifaba. Los fondos obtenidos eran para el sostenimiento de la Iglesia.
En esa imagen que comento, al momento de la subasta el hombre que portaba la torta se subía a uno de los poyos de la Iglesia, el que había (digo había, porque cuando regresé por primera vez, ya no estaba), en la ochava con la entonces casa del cura y desde allí y a viva voz, se realizaba el remate.

Este es mi recuerdo del ya próximo Día de La Torta. No tengo idea como y con los años continuó su celebración.

Querido amigo, poco mas o menos asi continua ahora, se dice la misa, y despues se saca la Virgen en su procesion, con la torta abriendo la procesion, cuando termina la procesion se terminan de vender las paleletas que quedan y se procede al sorteo, se meten todos los numeros en un saco y una mano inocente saca el numero y este se lleva la torta, pero eso si despues de haber metido el dedo mas de un chiquillo.
Asi era hasta hace unos años, pero cada vez se junta menos gente con lo que en algunas ocasiones no se puede hacer la procesion por que n hay quien acompañe, una pena pero una realidad.
un abrazo, José Mª