Por frente a la casa de “del tío musiquín”
siempre solíamos pasar,
camino a Los Cayetanos,
con papá y con mis hermanos.
Sí, hacia Los Cayetanos íbamos
a unos paratos que allí teníamos
y algo de trabajo daban.
Unas veces para sembrar
y otras a segar llamaban.
Llevábamos el burro para la carga
aunque poco que cargar había.
Una cabra y cuatro o cinco ovejas
que por “hacienda” la familia tenía.
Unas almendras e higos en el talego
como para pasar el día.
Yo de pastor hacía,
cuidando que los animales,
no se fueran a los bancales
donde sembrados había.
Tenías que estar muy atento
y con cuatro ojos mirar;
pues en cuanto el jodío animal
la oportunidad encontraba,
violento bocado le daba
a lo que encontrara al lado,
sin importarle que y de quien era
y menos quien lo había sembrado.
Por la tarde regresábamos
para el Chorraor, calle abajo,
contentos con el trabajo
aunque cansados no estábamos.
Más bien teníamos ganas
de comernos el morcón,
que todavía quedaba
de la matanza anterior.
Otro día se la sigo si es que de ello me acuerdo.
siempre solíamos pasar,
camino a Los Cayetanos,
con papá y con mis hermanos.
Sí, hacia Los Cayetanos íbamos
a unos paratos que allí teníamos
y algo de trabajo daban.
Unas veces para sembrar
y otras a segar llamaban.
Llevábamos el burro para la carga
aunque poco que cargar había.
Una cabra y cuatro o cinco ovejas
que por “hacienda” la familia tenía.
Unas almendras e higos en el talego
como para pasar el día.
Yo de pastor hacía,
cuidando que los animales,
no se fueran a los bancales
donde sembrados había.
Tenías que estar muy atento
y con cuatro ojos mirar;
pues en cuanto el jodío animal
la oportunidad encontraba,
violento bocado le daba
a lo que encontrara al lado,
sin importarle que y de quien era
y menos quien lo había sembrado.
Por la tarde regresábamos
para el Chorraor, calle abajo,
contentos con el trabajo
aunque cansados no estábamos.
Más bien teníamos ganas
de comernos el morcón,
que todavía quedaba
de la matanza anterior.
Otro día se la sigo si es que de ello me acuerdo.