Arcos de la Frontera: cabeza de un reino taifa (
Cádiz). El viajero que siga la
carretera N-342, donde el
pantano termina y se abre nuevamente el cauce del Guadalete, se topa de bruces con Arcos de la Frontera, borbollón incesante de
casas blancas que saltan de peña en peña desde el borde mismo del abismo. Este
pueblo gaditano, asomado a un tajo vertiginoso que ha excavado el
río, es un
nido de águilas que domina los llanos de Majaceite, desde el
castillo de los duques de Arcos y el
caserío, y que desciende con suavidad por la parte opuesta para asomarse al
lago donde un vaporcito de paletas se hace llamar Missisippi.