Arcos de la Frontera parece una localidad pequeña, pero cuando miras su perfil desde la
Calle Corredera observas un precioso
pueblo estirado a lo largo de la peña. El
casco antiguo tiene un halo de poesía, de ensoñación, incluso me atrevería a decir, de romanticismo. De sus blancas paredes cuelgan hermosas poesías convirtiendo a la localidad en un obra literaria al aire libre.