En la
Capilla de la Misericordia se recogían a los niños expósitos (aquellos abandonados) de ahí el nombre de la
calle. La luz del sol regala una preciosa y brillante imagen de la
Parroquia de
San Pedro Apóstol. El
atardecer lo envuelve todo con toques dorados en contraste con el monocromático
color blanco. En este punto bajamos a través de estrechas, hipnóticas y tranquilas
calles repletas de poesía.