Para impedir que aquello fuese a más, el Duque ordenó encerrar al
joven en una de las
torres del
castillo, mientras que a su propia hija también ordenó que la encerrasén en otra de las torres. No conforme con ello, el Duque mandó asesinar al joven, pero ese mismo día los testigos afirmaron que vieron salir de cada una de las
torre dos palomas que se fueron volaron juntas y cuando los guardias fueron a liberar a la hija y a retirar el cuerpo del joven no encontraron a ninguno de los dos en sus habitaciones.