Ocurrió entonces que sin querer uno de los que estaban abajo accionó el mecanismo por el cual el Nazareno daba las bendiciones al
pueblo propinándole así una solemne bofetada en la cara al individuo que estaba encima. Aquello supuso un gran susto para todos ellos y pensaron que lo sucedido era un milagro. A partir de ese instante se convirtieron en costaleros del Nazareno.