Llegué a Chiclana en el año 70, era un
pueblo encantador, con una
playa preciosa y
virgen llena d casetas y sin
paseo maritimo pero con unos chiringuitos casi familiares: los bolos, azogue... etc. enseguida me integré en una pandilla con la q aún mantengo contacto con alguno d sus miembros a pesar d q solo fui d vacaciones y solo volvia en los
veranos.. la
terraza d los angeles, la caseta municipal, los gallos, el
meson ilusi... esos lugares forman parte d los recuerdos d entonces, y como dicen por
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