Aquí las paredes, la balaustrada ojival, incluso la vegetación que adorna cada
esquina… parecen querer hablar y contarnos las múltiples historias acaecidas entre ellas. ¿Por ejemplo? Que desde este preciso lugar partió el mismísimo Don Fadrique Enríquez de Rivera en 1518 en su viaje a Tierra
Santa que le llevó, además, a vivir un extenso periplo por Europa. Una singladura que le sirvió para inspirarse y traer consigo muchas de las características del Renacimiento que después aplicó a sus
palacios.