Estimado paisano PEPIN: Tu exposición sobre el cortijo de Los Frailes y el contrabando me llena de emoción y me lleva a los recuerdos de mi infancia y juventud, pues me vine cuando ya contaba los veinte años de edad.
El cortijo de los Frailes fue casa de mi abuelo, Pedro, y cuna de mi padre, Juan. Mi abuelo era el " boyero ". Un día, cuando se econtraba desollando una vaca le picó una mosca de lobao, y como consecuencia de dicha picadura falleció, aproximádamente años 46 - 48.
Mi padre fue muchos años contrabandista, a pie y a caballo, según los aires que corrían. Durante algún tiempo fuí distribuidor de gran parte de la mercancía que él traía: cortijos, ranchos, casas, chozas, ventas y ventorrillos que había en muchos kilómetros a la redonda, incluídos los términos de:Espera, Utrera, Las Cabezas, Lebrija, El Cuervo, Trebujena, Sanlúcar Jerez, y Arcos. Muchas veces arrastré el barro desde el cortijo La Encinilla, Utrera, hasta el cortijo Montana, cerca de Sanlúcar pasando por todas las viñas de Jerez. Por todo esto, recuerdo el sacrificio que suponía aquella actividad, actividad que desarrollaron un grupo de hombres fuertes cuyos nombres recuerdo con gran precisión. Muchos querían ser, pero pocos reunían la fuerza física y el tesón necesarios para ello. Ya todos han fallecido, sirva esta nota como homenaje a todo lo que hicieron por sus hijos.
Una vez más, afectuosos saludos para todos.
J C.
El cortijo de los Frailes fue casa de mi abuelo, Pedro, y cuna de mi padre, Juan. Mi abuelo era el " boyero ". Un día, cuando se econtraba desollando una vaca le picó una mosca de lobao, y como consecuencia de dicha picadura falleció, aproximádamente años 46 - 48.
Mi padre fue muchos años contrabandista, a pie y a caballo, según los aires que corrían. Durante algún tiempo fuí distribuidor de gran parte de la mercancía que él traía: cortijos, ranchos, casas, chozas, ventas y ventorrillos que había en muchos kilómetros a la redonda, incluídos los términos de:Espera, Utrera, Las Cabezas, Lebrija, El Cuervo, Trebujena, Sanlúcar Jerez, y Arcos. Muchas veces arrastré el barro desde el cortijo La Encinilla, Utrera, hasta el cortijo Montana, cerca de Sanlúcar pasando por todas las viñas de Jerez. Por todo esto, recuerdo el sacrificio que suponía aquella actividad, actividad que desarrollaron un grupo de hombres fuertes cuyos nombres recuerdo con gran precisión. Muchos querían ser, pero pocos reunían la fuerza física y el tesón necesarios para ello. Ya todos han fallecido, sirva esta nota como homenaje a todo lo que hicieron por sus hijos.
Una vez más, afectuosos saludos para todos.
J C.
