Este declive general de la industria y el cambio en la manera de evaluar la calidad de la materia prima afectó la cabaña nacional que en su día había producido la mejor lana del mundo. Afortunadamente la raza merina como tal no sufrió ya que hoy día España produce productos de lana de la misma alta calidad de antaño. Los pastores dejaron de prestarle atención al brillo y la limpieza de la lana, concentrándose sobre el peso que aumentaban llevando los rebaños por caminos de tierra e incluso se esforzaban en mantener sucios los rediles para que la lana se impregnase de tierra y polvo.