En medio de los disparos, la mujer murió en el parto y el niño logró sobrevivir. El Tempranillo se ató el cuerpo de su amada muerta en la espalda y portó a su hijo en la faja, huyendo del cortijo a lomos de su
caballo. Al día siguiente volvió y entregó el cadáver de María a la
familia y el 10 de enero fue a
bautizar a su hijo en la
iglesia de
Grazalema. La gente del
pueblo se sumó al dolor del bandolero y nadie avisó a las autoridades. El Tempranillo’ había nacido en Jauja,
Córdoba, pero ese 6 de enero de 1832 su leyenda quedó vinculada para siempre a Grazalema.