Rafael Rivero de la Tixera llegó a la alcaldía en 1854 como consecuencia del auge de la burguesía local, enriquecida con el sherry que exportaba casi totalmente al imperio anglosajón. Pero, aún siendo miembro de una de las
familias más acomodadas de la zona, se desvivió en transformar Jerez en una ciudad habitable y en mejorar las míseras condiciones de vida de sus ciudadanos. Sus principales logros fueron encaminados hacia el área de la beneficencia y de la vivienda, pero se le recuerda por otros tres muy significativos. Terminó la construcción del
acueducto de Tempul con lo que la ciudad pasó a disponer de
agua potable de una calidad aceptable.