Durante esta guerra, Jerez sufrió la ocupación y el saqueo de las dependencias municipales e
iglesias locales desde el 4 de febrero de 1810 hasta la retirada francesa el 26 de agosto de 1812, lo que provocó una importante resistencia entre su población, que se organizó para luchar contra el invasor. Sin embargo, este expolio no solo expuso a la hambruna y empobreció a la población, también supuso a su vez el despojo de valiosos objetos culturales.