Se quería una
iglesia grande y hermosa, que no desdijera de las que ya había en la Ciudad como
San Miguel y Santiago, y fuera digna de ser algún día
catedral. En 1580 y en 1781 se elevaron a la Corona peticiones desde Jerez para la constitución en la ciudad de un nuevo obispado. Pero no fue hasta 1980 que el viejo deseo pudo alcanzarse.