El actual
barrio de
San Miguel surge a raíz del arrabal de
casas que se crearon en el s. XIV a las afueras de la
Puerta Real, entonces del Marmolejo, quizás la puerta principal de la ciudad. El impulso a este arrabal de casas, además del trasiego de entradas y salidas del recinto
amurallado y la cercanía del Alcázar, se debe al templo sobre una
ermita previa que mandó levantar Alfonso XI en 1340, tras la Batalla del Salado, de forma que cubriese las necesidades espirituales de la incipiente población.