En 1475 se decide su ubicación en un lugar cercano al
río Guadalete, de especial significado para los jerezanos por haberse librado allí en 1368 la batalla del Salado, según leyenda resuelta favorablemente por la intercesión de la
Virgen, a la que se había dedicado una
ermita con el nombre de Nuestra Señora de la Defensión, que sería el adoptado también para este
monasterio.