Concebido como un gran
arco triunfal, está sobriamente compuesto y decorado con
escudos, florones,
ventanas caladas y semiesferas de
cerámica vidriada, configurando un soberbio ejemplo de
arquitectura renacentista. A comienzos del siglo xvii casi se había concluido el proyecto original, emprendiéndose nuevas obras, como la
fachada de la
iglesia, que se renueva totalmente en 1667 en claro estilo barroco según trazas del hermano Pedro del Piñar, quien también remata las cresterías de la iglesia y el refectorio, siendo las imágenes de sus nichos obra de Francisco de Gálvez.