Como un verdadero
retablo de
piedra, esta
fachada está concebida en dos órdenes superpuestos de
columnas corintias y entablamentos curvados y partidos, apoyándose el conjunto sobre basamento decorado con
escudos y temas florales. La decoración abigarrada de pilastras y frisos, la superposición de jarrones y el airoso remate de un tercer cuerpo superior más reducido, hacen de esta fachada un singular elemento del barroco andaluz.