Buenos días paisanos, ya veo que teneis tantas ganas de hablar de vuestro pueblo que de cualquier palabra recordáis una historia, y eso es bonito.
Mi familia como ya he nombrado anteriormente es muy numerosa y en ocasiones cuando nos juntamos unos cuantos, lo normal es empezar a recordar, y es admirable escuchar historietas de la juventud de nuestros mayores, ya que hay cosas que nosotros no hubieramos hecho en la vida, quizas porque nuestras vidas son muy distintas a las de antes. Yo escucho a mi gente contar de sus aventuras por esos tajos de la montera del torero, de sus baños en el charco la sierpe, de esos días de lluvia por los carriles hacia ojén y que se tenían que refujiar bajo las ramas de un árbol mientras un rayo caía en otro árbol cercano, de levantarse temprano y con chanclitas en pleno invierno tener que ir a campear a los pavos por el campo helado por la rociá de la mañana... y sin embargo a nosotros cuando vamos al campo nuestras madres no nos dejan ni acercarnos al agua por temor a que nos fuesemos a ahogar, o para que no nos manchemos, o simplemente por preucación por si nos hacemos algún tipo de daño, cuando hace algunos años ellas eras las primeras que saltaban por esos cerros como las cabras jajaja, que le vamos hacer, algun día tb sere madre y entonces no me quejaré tanto.
Un Saludo
Mi familia como ya he nombrado anteriormente es muy numerosa y en ocasiones cuando nos juntamos unos cuantos, lo normal es empezar a recordar, y es admirable escuchar historietas de la juventud de nuestros mayores, ya que hay cosas que nosotros no hubieramos hecho en la vida, quizas porque nuestras vidas son muy distintas a las de antes. Yo escucho a mi gente contar de sus aventuras por esos tajos de la montera del torero, de sus baños en el charco la sierpe, de esos días de lluvia por los carriles hacia ojén y que se tenían que refujiar bajo las ramas de un árbol mientras un rayo caía en otro árbol cercano, de levantarse temprano y con chanclitas en pleno invierno tener que ir a campear a los pavos por el campo helado por la rociá de la mañana... y sin embargo a nosotros cuando vamos al campo nuestras madres no nos dejan ni acercarnos al agua por temor a que nos fuesemos a ahogar, o para que no nos manchemos, o simplemente por preucación por si nos hacemos algún tipo de daño, cuando hace algunos años ellas eras las primeras que saltaban por esos cerros como las cabras jajaja, que le vamos hacer, algun día tb sere madre y entonces no me quejaré tanto.
Un Saludo